Vamos a Barcelona. A última hora sin Luis Morán. Cosas de la gripe. Vaya semana que llevamos entre los campos, las gripes y demás. Son cosas el tiempo. Algunas, solucionables.
El Sporting vuelve al Olímpico de Montjuïc. Exactamente, diez años después de la única visita a este estadio y, probablemente, la última, porque para la siguiente campaña deberá estar acabado el nuevo campo de Cornellá.
De momento hay que pensar en el encuentro de mañana. Un campo con pista de atletismo, la afición lejana del terreno de juego, un terreno abierto y un rival en crisis. Pero, como para fiarse. El conjunto catalán hizo una inversión, bastante superior a la del Sporting, y tiene cuatro delanteros de alto nivel. Parece que la victoria en Valencia pone las cosas fáciles en todos los viajes y eso no es así.
El Espanyol será un rival herido, con un entrenador en la picota al que ya parece que le empezaron a hacer los trajes desde dentro. Revolotea Paco Flores. Ya saben como es el mundo de los entrenadores, que sacan a relucir la ética con “mientras haya un compañero en el banquillo no quiero saber nada de ese club”. Por los ofrecimientos a un club que pierde tres partidos seguidos llegan en cascada y pro todos los conductos. Si mañana echan a Márquez del Espanyol, sería una buena señal para el Sporting, aunque no le deseo mal a nadie y menos a alguien que no tengo el gusto de conocer.
Lo de siempre. Concentración, líneas muy juntas y contraataque. La lección teórica se sabe. Un triunfo sería extraordinario ante la próxima vistia del Atlético con el Kun Aüero, Forlán y demás.
A ver cómo salen las prácticas, en este caso en el Olímpico de Montjuïc, llamado Lluis Companys, en memoria del que fuera presidente de la Generalidad de Cataluña entre 1934 y 1940.
PD.: Deseo aclarar que no tengo ninguna rivalidad con Daniel Gutiérrez Granda. Ni siquiera con mi buen amigo Ángel Fernández, al que reitero mi agradecimiento por sus visitas casi diarias y sus desvelos por todo lo que huela a Sporting. Lo que sí pediría a los visitantes un poco más de corrección cuando se hacen alusiones a otras personas. El camino del insulto no conduce a más metas que al desprestigio personal. Además, ya saben el viejo proverbio que dice que de fútbol y medicina, todo el mundo opina.