Juanmi recibió un cálido homenaje por un grupo de amigos, en el que no faltó una amplia representación de la plantilla. De los que son sus compañeros, porque Juanmi sigue siendo parte del vestuario, aunque una desgraciada jugada le haya apartado de su mundo, el del fútbol.

En la cena de La Solana, que puede calificarse más de agradecimiento que de homenaje, se echó de menos a una representación del consejo de administración del Sporting. Nadie duda de los esmeros de Vega-Arango cuando se produjo el percance de Cádiz para que Juanmi recibiera las mejores atenciones, pero hay momentos en los que el Sporting tiene que estar. En realidad estuvo con Preciado, Quini y una parte de la plantilla, pero la planta noble tiene una forma muy especial de entender determinadas situaciones. Parece que el presidente sólo está para actos con el presidente del Principado y la alcaldesa. Es extraño, porque a Vega-Arango le gusta guardar las formas, aunque últimamente no siempre lo logra. Y lo que resulta más raro aún es que es por propia iniciativa.

El caso es que Juanmi, que, de momento, se queda a vivir en Gijón, tuvo un acto de cariño, como se merece, en su despedida obligada del fútbol. Por cierto, Jorge Cuyás, organizador del acto, sugirió al nuevo concejal de Deportes la posibilidad de aprovechar la experiencia de Juanmi en el Patronato Deportivo Municipal. La idea es buena. El Ayuntamiento tiene la palabra.