Me dijo Preciado el pasado viernes que el Sporting podía perder diez de los catorce partidos que tenía que jugar antes del Mallorca y ganando los cuatro últimos se mantenía. No sé si la cuenta es buena, pero sirve para agotar la cafinitirina.
A veces creo que el míster trata de dar argumentos con efectos positivos antes de que las adversidades se produzcan. De momento, se perdió una gran ocasión de haberse estabilizado en una zona tranquila y la complicación provoca una presión añadida. Los chavales parecen tranquilos y convencidos de que la situación va a salvarse, aunque todos coinciden en que habrá que sufrir.
Me parece que el sufrimiento debe empezar en el campo. Este equipo debe sufrir y saber sufrir. Mostrar una imagen como la de Valencia o Coruña, el espíritu de Sevilla, el que ganó al conjunto de Jiménez sin Canella. Ese equipo sí se salvaría. Seguro. Y antes de llegar al final. Pero si se repite el temor ante los grandes o la candidez que vimos ante el Mallorca, difícilmente se puede esperar la permanencia en Primera.
Los que más se juegan son los ‘artistas’. Si hay descenso, no habrá prima de dos millones de euros, el 10% de lo que paga la televisión, y las fichas se bajarán a la mitad la próxima temporada. Pero, la afición se llevará un desengaño de órdago a la grande. Y no se lo merece.
Pamplona es una final. Una derrota es meterse en posiciones de descenso. El empate no es malo, ante un rival directo al que se aventajaría en el coeficiente de goles. Ganar significaría algo más que un respiro. Pero el Reyno de Navarra será una encerrona, con un ambiente presionante a tope.
Es posible que el míster quiera desdramatizar, para quitar presión, aunque da la sensación de que el pasado domingo les quitó demasiada a sus futbolistas. En Pamplona tienen una buena prueba. Esperemos que sepan y puedan superarla.
En Pamplona nos encontraremos con Roberto. Está en un momento espléndido y me cuentan que lo mejor de Osasuna ahora es la defensa. Lo ideal es que Preciado ponga a los mejores y a cada uno en su sitio. Es la mejor forma de aspirar a algo positivo.