Parece que estamos en una semana feliz, aunque se aproxima la visita de un equipo de los más prácticos que hay en Primera División, en posiciones de UEFA y con aspiraciones de meterse en los puestos de Champions.

Todo se debe al efecto del triunfo en Pamplona, tres puntos tan importantes que se saborearon y se digieren como algo más que tres puntos. Parece que el entorno está más tranquilo. No digo el vestuario, porque tanto el míster como los artistas lo ven de otra forma, son más pragmáticos y no se ven afectados por algo más que ‘el partido a partido’, según se interpreta de la mayoría de las declaraciones de los directamente afectados, aunque más de uno ya avisó que el partido del Reyno de Navarra era una final.

La visita del Deportivo tiene otra apariencia, ya que da la sensación de que se piensa más en Soria, otro rival directos, lo mismo que, un poco más a medio plazo, los enfrentamientos contra el Espanyol y hasta el Recreativo. La mentalidad más lógica es pensar que los puntos del domingo no van a volver si se pierden, mientras que si se ganan será otro espaldarazo importante. Puede que hasta no sea malo un empate, de los que el Sporting no acostumbra. Sería bonito batir el récord de Valencia, que está en 30 igualadas, o acabar la competición sin empates, pero es más conveniente pensar en estas cosas con la permanencia asegurada, que es el primer objetivo.

Al Depor se le vapuleó en la primera vuelta, pero el partido del domingo no tendrá nada que ver. Lotina avisa que jugará al ataque, pero le tiene bastante respeto a los Diego Castro, Carmelo, Bilic y Barral. Sus razones tiene, como también para pensar en que la zaga rojiblanca es vulnerable.

Esta semana, Preciado parece aplicar el ‘no mover lo que funciona’. Lafuente seguirá en la portería y sólo se registrará el regreso de Cámara, para marcar a Lafita, en lugar del sancionado Sastre. En cualquier caso, el amigo Preciado es imprevisible con las alineaciones. Cuando gana, tiene razón. Es la ley del fútbol.