El Sporting perdió una buena ocasión de haber sacado algo positivo del Vicente Calderón. El equipo gijonés asumió demasiados riesgos defensivos, que tuvieron un precio demasiado salto.
El primer gol tuvo un efecto del que los gijoneses supieron sobreponerse. Con el empate de Diego Castro se recuperaron las ilusiones de puntuar. La ambición fue máxima, pero en un contraataque local, cuando todo el Sporting estaba volcado en busca de adelantarse en el marcador, llegó el principio del fin. El conjunto de Preciado tropezó otra vez en la misma piedra y con 3-1 era casi inviable darle la vuelta al marcador.
El tanto de Luis Morán sirvió sólo para maquillar la derrota, que dejó un sabor amargo, porque se perdió en un campo en el que se podía haber puntuado. El viaje de vuelta es así más amargo.