Con sorpresa he leído las explicaciones de Michu sobre su decisión de no fichar por el Sporting. Sólo saco en conclusión numerosas contradicciones con los argumentos que en su día expresó su padre, en su función de representante. No fue sincero, ni inteligente. Se limitó a decir que carrerilla lo que le impusieron sus nuevos asesores. De lo que se trataba ahora era quedar bien en Vigo.
Si no estaba convencido al 100% de fichar por el Sporting, le faltó explicar el motivo verdadero, porque la oferta económica fue aceptada por su padre y el chaval comunicó a través de sms a sus amigos más personales que no hacía falta que le entendieran, pero les pidió que respetasen su decisión, ya que había elegido jugar en el Sporting. El sábado, su padre reconoció haber recibido amenazas serias desde Oviedo, aunque el chico ahora las niega. Los radicales que tanto lo encumbran no pueden olvidar que Michu, mal que les pese, fue sportinguista, de palabra, por unas horas. Por amenazas, su familia se vio asustada. Si ese es el triunfo de sus ‘amigos’, muchas felicidades
A pesar de los criterios de Preciado y Emilio de Dios, creo que es una suerte para el Sporting no contar con un futbolista que falla como persona y al que le falta personalidad para afrontar situaciones que pueden ser complicadas. Palabra no tiene. Ni él, ni su padre. Y como jugador, aunque todos los que lo conocen dicen que es muy buen, lleva en Vigo tres temporadas y todavía no se ganó los galones de titular indiscutible en un equipo que lucha en Segunda División eludir el descenso. Se supone que tiene tiempo por delante para justificar la opinión de los que tanto le alaban.
El Sporting sigue en el empecinamiento de buscar un centrocampista para suplir a Míchel. Sin embargo, el problema está en la delantera, con dos atacantes de características similares, en una temporada en la que ven poco gol. A punto de acabar la primera vuelta, Barral lleva un tanto y Bilic, tres. Es un balance escaso.