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Ángel M. González

Viento de Nordeste

El oro de los jesuitas

Todo indica que este año no se armará la marimorena en el capítulo de distinciones de la villa con las candidaturas que, hasta el momento, se han puesto sobre la mesa para ser agasajadas en la festividad de San Pedro. Aunque está todavía pendiente de que se complete la nómina del medallero no parece que exista intención de recurrir a polémicas estériles, frentismos absurdos y desacreditaciones sin razón como en las ultimas ediciones. En esta ocasión, se pone por delante la lección aprendida, y en lugar de elegir a los elegidos por unanimidad, como tendría que corresponder, cada uno de los grupos que conforman la corporación hace suya su propia propuesta y santas pascuas. Medallas plurales del pluralismo municipal.
Si conseguimos así celebrar el patrón alejándolo del espectáculo, saludemos la decisión, de la misma manera que se reciben con satisfacción y respeto las nominaciones hasta ahora anunciadas: la medalla de oro para la Compañía de Jesús por otorgamiento del Gobierno local y las medallas de plata para la Asociación de Escritores Noveles por parte del PP; al Rotary Club, por Ciudadanos, y a la charanga El Ventolín, promovida por Xixón Sí Puede. Está pendiente de que el resto de la izquierda, PSOE e IU, engrose la lista, por lo que todavía se corre el riesgo de que surja la chispa que encienda el debate, pero con lo que hay cualquier ciudadano puede empezar a juzgar ya el nivel de acierto o error en los homenajeados del 29 de junio.
Por ejemplo, el podium para reconocer la labor de los jesuitas en Gijón durante 125 años resulta atinado. A buen seguro que a alguno le han rechinado los dientes al conocer tal distinción, especialmente entre aquellos que quisieron cargarse la calle de la Merced, pero digno es destacar la tarea realizada por «los geos de la Iglesia», como los denominó hace tres años Pedro Miguel Lamet en este mismo periódico, desde que se asentaron en la ciudad con desigual acogida, todo hay que decirlo.
Los jesuitas cimentaron un sistema de enseñanza innovador y exitoso en el colegio de la Inmaculada, primero, y luego en la Fundación Revillagigedo, sin parangón en la ciudad. Se puede estar de acuerdo o no con el modelo, con los valores que transmiten, con el relato de su estancia, la historia y la contrahistoria, pero el resultado es comprobable simplemente con un repaso a las orlas que cuelgan en las paredes centenarias de los centros.
Los jesuitas moldearon talentos, personalidades y profesionales a tutiplén. Gente que gobernó instituciones, que dirigió grandes corporaciones empresariales o que contribuyó, con su cerebro y con sus manos, al empuje industrial de la región. El franquismo demostró que entre sus dirigentes no había tantos tontos cuando decidieron encargar la formación de la Universidad Laboral a la compañía, con las Clarisas en la intendencia. Fueron veinticinco años de la orden al frente de la tarea educativa del complejo monumental, que terminó con los prolegómenos de la transición.
La impronta de los religiosos de San Ignacio Loyola en Gijón, quizás una de las ciudades de este país donde mayor influencia ejercieron, ya fue reconocida con anterioridad por dos acciones distintas. Una a título individual, la del padre Patac, nombrado hijo adoptivo de la villa, que nos dejó en legado la maravillosa Biblioteca Asturiana. Y otra colectiva, la del Hogar de San José, fundado por el padre Máximo González en El Natahoyo hace 75 años y distinguido por el Ayuntamiento con la medalla de plata en 2003 por su ingente trabajo contra el desamparo infantil y juvenil. Ahora, el oro para la Compañía de Jesús redondea los honores laicos en el día del patrón de una Corporación cada vez más anticlerical.

Sobre el autor

Periodista del diario EL COMERCIO desde 1990. Fui redactor de Economía, jefe de área de Actualidad, subdirector y jefe de Información durante doce años y desde febrero de 2016, director adjunto del periódico.


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