Como se diría en términos bursátiles, Fernando Lastra se ha estrenado en el Gobierno de Javier Fernández con un subidón. El nuevo consejero de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente cotiza al alza en la tarea de recomponer los desaguisados de su antecesora. Su encuentro con la alcaldesa de Gijón nada más tomar posesión como nuevo miembro del Ejecutivo regional es una demostración de la gran astucia de este sabueso de la política asturiana. Lastra eligió el plan de vías de Gijón para propinar el primer golpe de efecto de su mandato con una rectificación en toda regla de la posición mantenida hasta el último momento por la cuestionada Belén Fernández. No tenía más remedio.
El enrocamiento del Principado y del PSOE local en el rechazo al nuevo proyecto de integración ferroviaria planteado por el ministro de Fomento hubiera sido un suicidio. El pan que trajo bajo el brazo Íñigo de la Serna para impulsar su ejecución era muy apetitoso. Un caramelo demasiado goloso para decir no a las primeras de cambio. Pero los socialistas tendrían que cambiar el discurso de manera radical con el fin de aceptar lo que para ellos era absolutamente inaceptable como la ubicación de la estación central junto al Museo del Ferrocarril y no en Moreda. Y qué mejor manera de hacerlo si quien tiene que asumirlo es una persona distinta a la que había repartido tantos mandobles en público contra la idea. Cambio de consejero, mensaje distinto, otro talante. Todo ello de un día para otro.
José María Pérez había calificado los quinientos millones de De la Serna para el plan de vías, la puesta en marcha del metrotrén y su ampliación hasta Cabueñes de propaganda electoral de la derecha y hay quien ve una contradicción con el apoyo expresado ahora por el flamante consejero. Nada más lejos de la realidad. La única manera de sacar rédito al proyecto es sumándose a él esgrimiendo el interés general, como lo ha hecho ahora el representante del Principado, y exigir desde esa posición el cumplimiento de los plazos y de la inversión comprometida. De esta forma, será más fácil desenmascarar al que vaya de farol.
Así que por primera vez desde que estamos gobernados a niveles distintos por tres administraciones de formaciones políticas diferentes tenemos el consenso sobre un esbozo con financiación comprometida para acometer la integración ferroviaria de la ciudad y la mayor operación urbanística del próximo decenio en Gijón.
Además, este giro de ciento ochenta grados puede abrir una etapa distinta en las relaciones entre el Ayuntamiento y el Principado para abordar otros asuntos relevantes para el nuevo consejero. Fernando Lastra se ha dejado llevar por el sentido común con su respaldo sin reparos al plan de vías, el que tantas veces se echa en falta en la política asturiana. A partir de ahora se siente legitimado para pedir la misma colaboración «constructiva» al gobierno local gijonés con el fin de sacar la Zona Logística Industrial del Principado de Asturias (ZALIA) de la asfixia económica, lograr un acuerdo sobre la ordenación del área metropolitana y resolver la situación de Sogepsa.
El presidente Javier Fernández, en la toma de posesión, fió una buena parte del éxito de lo que resta de legislatura a la capacidad de Fernando Lastra. ¿Será suficiente la sagacidad del veterano portavoz para salvar la acción de un gobierno cada vez más débil? La encomienda ha empezado por Gijón.