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Ángel M. González

Viento de Nordeste

Las asturcámaras

Las cámaras de Comercio asturianas están estos días de estreno. Las tres han llevado a cabo una renovación sustancial de sus órganos como resultado de un proceso electoral la mar de tranquilo, bien diferente al que tuvo lugar en convocatorias anteriores. En Oviedo y Avilés hay nuevos presidentes y en Gijón, nuevas caras en la ejecutiva, con más mujeres y más jóvenes en la institución. De esta forma afrontan una etapa no exenta de retos, relatados por cada uno de los responsables en sus primeras intervenciones tras los respectivos plenarios. En el caso de Félix Baragaño, me quedo con los proyectos que la entidad tiene para la Feria de Muestras, que se resumen en dos grandes actuaciones: la ampliación del pabellón de las naciones, que supondrá la duplicación de su tamaño, y la apertura de un vial en la fachada que linda con el parque de los Hermanos Castro para abrir un nuevo acceso al recinto. No parece que sea fácil. La cámara está a expensas de que la alegación al PGO planteando la calle sea resuelta por la Corporación, donde  algún grupo político con gran influencia en la decisión está mostrando reticencias por cuestiones medioambientales. Entiende que al final es propinarle un tajo al parque, talas incluidas, ya de por sí castigado por aquel que se le ocurrió un mal día convertir una buena parte de pradería en una pista de asfalto. Veremos en que queda la cosa.

Como también seguiremos pendientes de lo que iba a ser y, de momento, no será. Me refiero a la fusión. La unión de las tres cámaras es el debate eterno. Llevamos años y años preguntándonos si todas ellas son necesarias, si no es más lógico que funcione solo una entidad en una comunidad uniprovincial como la nuestra y qué sentido tiene continuar con este modelo de dispersión de recursos y duplicidad de servicios. Pero al final, erre que erre, pasa el tiempo manteniendo lo que hay.

Esta semana tuvo lugar un hecho destacable, que no se había producido en anteriores ocasiones, como fue el encuentro entre el nuevo líder de la patronal asturiana, Belarmino Feito, y los presidentes camerales debutantes. No fue una reunión protocolaria para saludarse, darse la enhorabuena y ya nos veremos. No. La idea era empezar a poner en común la voz del empresariado, los objetivos y las tareas. En definitiva, tender hacia una mayor coordinación entre unas agrupaciones, de orígenes y perfiles distintos, pero los mismos destinatarios. Se ha abierto un camino, aunque todavía no se sabe hasta donde llevará la senda. De momento, se constituirán comisiones que, una vez al mes, se reunirán por competencias para adoptar decisiones conjuntas.

El siguiente paso bien podría ser la creación de un órgano supracameral, que institucionalice esa coordinación manteniendo la identidad de cada cámara. Pero de la misma manera que las empresas necesitan en determinados momentos ganar tamaño para competir mediante uniones de conveniencia, de la misma forma que se observa la necesidad de articular la ciudad astur a través del impulso al proyecto metropolitano, o de fusionar concejos con apenas un millar de habitantes, que son más de una docena en esta región, las cámaras no tienen otro destino que la integración. Lo contrario es marchar en dirección opuesta al signo de los tiempos. Como voluntad parece que existe, más que nunca incluso, hágase aunque sea tarde, pero mejor temprano.

Sobre el autor

Periodista del diario EL COMERCIO desde 1990. Fui redactor de Economía, jefe de área de Actualidad, subdirector y jefe de Información durante doce años y desde febrero de 2016, director adjunto del periódico.


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