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Ángel M. González

Viento de Nordeste

La reconstrucción sanitaria

Mientras la alegría reina en calles y playas y las penas se guardan en casa, las autoridades sanitarias trabajan en la recomposición del sistema después de tres meses intensos de batalla para atender tres frentes: el regreso a la actividad habitual, los brotes que puedan aflorar y la preparación ante una nueva oleada. No es nada fácil el papel de los gestores en este escenario de postguerra en el que nos encontramos ahora. La lista de espera generada durante el ataque del coronavirus se ha disparado, los recursos disponibles son limitados y los profesionales no se encuentran en las mejores condiciones para afrontar un plan de choque que permita recuperar a corto plazo los niveles previos.
El cumplimiento del famoso decreto que establecía tiempos máximos de estancia en la lista para pruebas e intervenciones ha saltado por los aires. Especialidades que a principios de marzo citaban en un mes para la consulta ahora tardan cuatro meses en atender. La capacidad asistencial, por lo tanto, empezará a sufrir una notable presión por la doble crisis en la que la sanidad pública se ve inmersa con la vuelta a una normalidad incierta.
La ciudadanía reconoció con aplausos diarios desde los balcones el tesón demostrado por los sanitarios en la lucha contra la enfermedad. Ahora sería necesaria una buena dosis de paciencia y comprensión ante la difícil tarea a la que se enfrentan, con miles y miles de personas aguardando atención y la amenaza del virus todavía latente. Ello sin dejar de exigir a la Administración el dinero que sea necesario para la ‘reconstrucción’ sanitaria, más prioritaria en estos momentos que organizar festejos o hacer una carretera.
En esa reconstrucción la reforma y ampliación del Hospital de Cabueñes es pilar esencial. El consejero de Salud ratificó esta semana el retraso del inicio de la obra por «las dificultades para poner en marcha de nuevo la tramitación». Se puede entender este aplazamiento obligado por la situación sobrevenida que hemos padecido. Incluso nos podemos congratular de la suerte que hemos tenido al no vernos sorprendidos por la pandemia con el centro hospitalario andamiado.
Pero además de la promesa verbal de que el proyecto se va a acometer, faltaría menos, el Gobierno regional tiene que agilizar al máximo todo el proceso para llevar adelante la remodelación con un calendario actualizado de plazos, cuyo arranque no puede ir más allá de principios del próximo año si nos atenemos al tiempo de demora. Es la manera de que el compromiso sea creíble.
Entretanto, pendiente del desmontaje del hospital de campaña en la Feria aunque sea temporal, Cabueñes será reforzado ante la más que probable oleada que sufriremos a partir de otoño, cuyo impacto puede ser mayor de lo que hemos visto si coincide con la gripe. El aprovechamiento de espacios para incrementar la dotación de boxes en el área de urgencias y separar los circuitos para pacientes comunes y enfermos de coronavirus es una buena decisión. La reforma estará lista en tres meses, por lo que llegaría a tiempo con vistas a tener más fortalecidos los equipamientos. Ojalá no se tenga que hacer un uso intensivo de ellos ni que los echemos en falta antes de ese tiempo dado el riesgo que estamos corriendo con determinados comportamientos irresponsables, que hay sin duda alguna que perseguir. Llevamos un par de semanas sin sumar contagios en este proceso de desescalada, mientras en otras comunidades ya han padecido brotes que solo ponen de manifesto una verdad: el enemigo sigue al acecho, entre nosotros. Saltarse las normas preventivas, de sobra conocidas, solo se puede calificar de conducta activa de colaboracionismo con el bicho invisible y mortífero.

Nota. Con absoluto respeto, no acabo de entender esa mezcla reivindicativa de quienes han levantado un campamento en el parque de Isabel la Católica para protestar contra las vacunas, la organización mundial de la salud y el despliegue del 5-G. No sé. Pienso que se trata de una extensión de la genialada de Miguel Bosé. Y mucho menos entiendo que la autoridad gubernamental autorice el asentamiento de un grupo de personas con chuchos y churumbeles en un parque público, cerca de los juegos infantiles, vulnerando el plan de usos del lugar y sin mascarillas porque defienden el amor al contagio.

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Sobre el autor

Periodista del diario EL COMERCIO desde 1990. Fui redactor de Economía, jefe de área de Actualidad, subdirector y jefe de Información durante doce años y desde febrero de 2016, director adjunto del periódico.


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