La ZALIA va camino de cobrar otra dimensión. El gran polígono, que estaba llamado a convertirse en el mayor enclave logístico del arco Atlántico conectado con los dos puertos asturianos, sufrirá una mutilación, que aventuro no será la primera que se lleve a cabo sobre el papel después de quince años de que fuera constituida la sociedad para llevar adelante el proyecto. El Gobierno regional avanzó esta semana que la superficie que ocupará la zona logística será recortada. El nuevo consejero del ramo, Alejandro Calvo, se estrenó en el Parlamento con el anuncio de la reducción del espacio destinado al emplazamiento empresarial en un millón de metros cuadrados, casi un veinticinco por ciento de lo que estaba previsto en el plan inicial. La reserva de suelo, pues, alcanzará los tres millones de metros aproximadamente, que para hacernos una idea equivale a una cuarta parte de la extensión total que ocupa Gijón ciudad. El proyecto, pese a todo, continúa siendo faraónico para el momento en el que estamos.
Los vecinos de Serín y San Andrés de los Tacones recuperarán los terrenos que queden liberados cuando finalice el proceso de devolución, que aún puede tardar más de dos años teniendo en cuenta la desesperante torpeza burocrática de la Administración. Calvo ha debutado haciendo honra del título que se le ha dado a la consejería: Medio Rural y Cohesión Territorial. En la ZALIA el campo volverá a ganar espacio en favor de una convivencia con la industria más equilibrada. De todas formas, con el paso del tiempo tampoco sería de extrañar que los lugareños consigan reconquistar más prados.
El redimensionamiento de la zona logística es una medida incuestionable dado el pozo sin fondo en el que ha caído la iniciativa tras década y media de que fuera planteada. La duda es si la reserva de suelo que se mantendrá con el recorte será necesaria o habría que determinar un menguado mayor. A principios de los 2000, cuando se ideó la creación de un área que sirviera de apoyo a la ampliación de El Musel para impulsar la actividad logística y diversificar los tráficos portuarios, con conexión directa mediante ferrocarril y carretera, la perspectiva era totalmente distinta a la que podemos tener hoy. La realidad ha cambiado radicalmente la situación. Hemos atravesado una profunda crisis que ha desbaratado la estrategia diseñada entonces y afrontamos otro ciclo lleno de incertidumbre por la recesión mundial en la que estamos volviendo a entrar como consecuencia de pandemia. La adaptación a este nuevo escenario es lo más sensato que políticamente se puede acometer ahora si queremos que la ZALIA pueda cumplir algún día el objetivo para la que nació. Una ZALIA más pequeña, con margen para crecer, con todos los servicios que debe tener un polígono de estas características para ser competitivo y unos precios atractivos para la inversión.
El reto es conseguir que el suelo del que se pueda disponer tenga un mínimo de viabilidad, aunque será difícil que la sociedad promotora, participada por el Principado, los ayuntamientos de Gijón y Avilés y las autoridades portuarias, recupere el desembolso realizado hasta ahora. La deuda supera los 115 millones de euros, el dinero de las instituciones no da para más y todavía queda pendiente rematar la urbanización y dotarla de suministro eléctrico para que sea un polígono en toda regla.
Sepides puede ser la salvación. La entidad estatal de desarrollo empresarial ha sido invitada por el Gobierno asturiano para participar en la zona logística después de la labor realizada en el PEPA y en las antiguas baterías siderúrgicas de Avilés. La idea sería poner en sus manos la finalización de la primera fase del proyecto, con la construcción de la subestación energética incluida, y el proceso de comercialización de las parcelas, en la que la firma dependiente de la SEPI tiene amplia experiencia. En conclusión, rescatar una infraestructura que continúa siendo básica para que Gijón y Asturias puedan seguir teniendo la oportunidad industrial.