Los que somos de provincias deberíamos de recibir con ovación y vuelta al ruedo el planteamiento del Gobierno de Pedro Sánchez de impulsar la descentralización con la apertura de organismos públicos en otros lugares del país que no sean Madrid. Los mandamases madrileños achacan la idea a las maniobras descapitalizadoras del PSOE para estrangular el poder centralizador de la Villa y Corte, pero desde la periferia indudablemente se ve de otra manera. La descentralización también habría que interpretarla como una forma más de reforzar la unidad del estado de las autonomías acercando a los ciudadanos del norte, del sur, del este y del oeste el entramado administrativo ahora concentrado en un único sitio, por muy equidistante que sea. No se trata de anular la capitalidad de España, sino de contribuir desde las altas instituciones estatales al fortalecimiento de la igualdad territorial en un país cada vez más desequilibrado. Imaginénse, por ejemplo, que el Ministerio de Transición Energética se emplazara en Asturias o que la sede de Adif se implantara en el ‘solarón’. Pues no lo sé, pero a lo mejor la sensibilidad con que se tratarían los asuntos cercanos sería notablemente distinta. Ni por mucho que juguemos a la lotería nos caería esa breva. Con toda seguridad tendría más suerte Cataluña.
En esta región, el camino emprendido es justo el contrario. La centralización de los servicios de la administración que dirige el propio Sánchez va a mayores. La última, la unificación de las comandancias de la Guardia Civil, que el pasado martes doce, con la celebración de la patrona del cuerpo, las propias autoridades se encargaron de recordar. La defensa de la fusión por absorción sigue siendo una equivocación para quienes tienen la responsabilidad de defender con escudos y armas los intereses de esta ciudad. Desde el cuartel general ovetense se volvió a reiterar que «los gijoneses no notarán el cambio» y que Contrueces «ni va a desaparecer ni va a quedar vacío». Solo el paso del tiempo lo dirá.
Un veterano observador me comentaba semanas atrás que Gijón va camino de la «degradación y de la irrelevancia» ante el empuje que estaba teniendo Oviedo. Ni tanto ni tan calvo, pero sí que se puede advertir el riesgo de la jibarización del peso de la ciudad frente al impulso asistido de la metrópoli capitalina. Desmantelado el proyecto del gran área central, las fuerzas de Vetusta han logrado colar como objetivo el reconocimiento oficial de la capitalidad en el decálogo para la reforma del Estatuto de Autonomía. Una capitalidad que nadie cuestiona, pero que el simple reflejo en el texto legal le confiere una evidente preeminencia por su condición especial sobre el resto del territorio. Es decir, el privilegio de los recursos adicionales. La prerrogativa no puede llegar en mejor momento, teniendo en cuenta el despegue que está experimentando con la complicidad del Principado una ciudad que ha pasado de denunciar el maltrato a convertirse en querida. Los datos empiezan a avalarla. No en vano, en los últimos tiempos ha desplazado a Gijón como mayor contribuyente a la riqueza económica regional, gracias también al área de influencia dinámica y en crecimiento. Mientras Gijón se desindustrializa y se anquilosa, Oviedo se expande auxiliada sobremanera por el Gobierno asturiano. Un auxilio que se extiende a todos los campos, pero de forma descarada al de la atracción turística y al desarrollo cultural. Solo una anécdota. El mismo miércoles que en el Museo de Bellas Artes, buenamente respaldado por el Principado, se abría una magnífica exposición con una de las mejores colecciones de arte contemporáneo de España, frente a Laboral Centro de Arte, abandonado a su suerte, se alzaba una vara de hierba con un palo parabólico para charlar con los marcianos. Al ingenio de su creadora, mi respeto más absoluto.
Estos días se anuncian la ‘Semana de los Premios’ en carteles enmarcados por las estructuras de acero corten repartidos por distintos espacios públicos de la ciudad. Desde allí se invitan a asistir a los encuentros y exposiciones que la Fundación Princesa de Asturias ha organizado para envolver la ceremonia. Marina Abramovic, galardonada con el Premio de las Artes, intervendrá el miércoles en el Jovellanos. Es la única actividad programada este año en Gijón. En Avilés, se celebrarán dos y con Mieres empatamos, pues allí estará José Andrés. El resto de los sesenta actos previstos se concentran en Oviedo, con la fábrica de armas como escenario central. La obra de la artista serbia, por cierto, solo se podrá ver en La Vega. Supongo que la alcaldesa, que representa a todos los gijoneses en el patronato de la Fundación, estará preocupada.