Ojalá el esperanzador paréntesis que se abre con la Semana Santa sea el prolegómeno de un cambio de ciclo que permita ir encarrilando la sucesión de avatares que venimos sufriendo en los dos últimos años desde la explosión vírica. A la vuelta de estos días de fervor colectivo y disfrute vacacional parece que nos podremos despojar de la mascarilla en sitios cerrados siguiendo las consignas de los expertos, que esperemos que no se equivoquen en la apreciación para no tener que arrepentirnos de ello. Solo bastaría que volviéramos a estar como se encuentran ahora en alguna localidad china, donde se siguen aplicando los encierros conforme van surgiendo nuevas variantes sea cual sea el tamaño del brote.
De todas formas, para no amargar la fiesta, es necesario resaltar una certeza en este mar de incertidumbre, cual es la recuperación del ánimo, que conduce a confiar en las ganas que existen de dejar atrás el periodo convulso y negro por el que aún transitamos. En Gijón, por ejemplo, el regreso de las procesiones, seis en total que no salían desde el confinamiento, merece un reconocimiento público por el esfuerzo de las cofradías en mantener una tradición secular, que solo antes había quedado interrumpida durante la guerra civil. Una costumbre, la de sacar los santos a la calle, que por fortuna hasta ahora nadie osó cuestionar. Por el contrario, otras que no hace falta citar ya pasaron a mejor gloria.
E igualmente en Gijón, según apuntan las previsiones, se espera una avalancha de visitantes para bendición del negocio turístico, hoteles, establecimientos de hostelería y comercio. Los alojamientos están prácticamente completos y además parece que los pronósticos apuntan que acompañará el buen tiempo. O sea que si de alguna reactivación se puede hablar es la de un sector que cada vez cobra mayor peso en la economía y el empleo local y, por lo tanto, debemos mimar más y mejor.
En lo político también estamos siendo testigos de otra resurrección, ajena a todo fenómeno religioso, que ha generado expectación por los efectos que puede generar en el devenir del partido que dirige el municipio de aquí a lo que resta de mandato. Se trata del retorno de la ‘tribu’ a través de los herederos de la facción socialista que controló la agrupación gijonesa durante la larga etapa en la que gobernó primero Vicente Álvarez Areces y después Paz Fernández Felgueroso. Fue el mismo grupo que puso punto final al mandato de José Manuel Palacio para llevar a la Alcaldía, de forma acertada, a la persona que dio un vuelco a Gijón, transformándola en una ciudad moderna, empática y atractiva. Una labor acrecentada luego por la primera mujer que tomó el bastón de mando municipal con su antecesor en el cargo en el Principado. Veinticinco años de esplendor. Desde entonces, Gijón y Asturias transitaron a duras penas.
Durante todos estos días, desde que el PSOE gijonés tiene un nueva dirección, se han hecho múltiples interpretaciones sobre el vuelco en la secretaría del partido local, las causas que lo han provocado y las consecuencias que puede llegar a tener. Un cambio que, en realidad, tiende a ir recuperando una composición de fuerzas en el seno del socialismo regional cuando en Gijón la mayoría no seguía la línea guerrista instalada en la federación asturiana. Aunque la cuestión ahora es distinta, los guerristas han pasado a ser sanchistas, sigue existiendo una diferenciación de sensibilidades que no tiene tanto que ver con quién es el líder sino con cómo se ejerce el liderazgo.
El secretario general electo, Monchu García, defiende el sistema de bicefalia que se ha venido adoptando en el socialismo gijonés, con un mandamás en el partido y otro u otra en el Consistorio. No es así en otras agrupaciones ni en la formación a nivel regional, donde en los últimos años el poder se ha concentrado en una persona.
Para ejercer esa bicefalia, el flamante jefe se ha rodeado de un equipo de personas con experiencia en cada una de las áreas, una especie de ejecutivo en la sombra, que tutelarán la actuación del grupo municipal comandado por la alcaldesa. Los martes habrá junta de gobierno en el Ayuntamiento. Los jueves, se reunirá el gobierno del partido. Así hasta las elecciones. El plan es reforzar el trabajo de la primera edil para llegar a las urnas con la fuerza debida y recuperar la conexión con la realidad gijonesa. Una realidad que no es blanca ni negra, que tiene matices. Y en ese espacio es donde el PSOE cosechó sus mayores éxitos.