No existe mayor frustración que sumirse en la incapacidad de conseguir que se cumplan las expectativas generadas. Llevamos unos años que nos movemos en esa dicotomía, sin lograr romper una inercia donde las aspiraciones o los objetivos marcados son imposibles de alcanzar, bien por determinados problemas sobrevenidos, véase la crisis del virus, la de la guerra o la inflación, por el propio anquilosamiento de las administraciones o por las circunstancias políticas que condicionan la gestión de la cosa pública debido a las mayorías exiguas e inestables, la excesiva bipolarización y la alergia al consenso.
Hay que cambiar la racha, al igual que en el asunto futbolístico lo necesita el Sporting, para ir cosechando resultados que permitan crear el entorno de confianza apropiado con el fin de hacer posibles los anhelos. Sigue habiendo en el horizonte amenaza de tormenta, pero en un cielo atiborrado de oscuros nubarrones asoman, de vez en cuando, algunos claros como los que hemos ido viendo a lo largo de esta Semana Santa que invitan a pensar que se puede modificar la tendencia con una ración de optimismo, trabajo ingente y buena suerte.
La reactivación del turismo es uno de ellos. Cerramos el puente vacacional con unos datos de afluencia similares a la prepandemia, los establecimientos rozando el lleno y una recuperación de la rentabilidad en el sector aceptable. La experiencia de estos días permite mirar la temporada de verano con la esperanza de que el despegue de la actividad se consolide para seguir creciendo como lo veníamos haciendo hasta 2020.
La ministra de Transportes ratificó el miércoles en Ribadesella que el AVE llegará a Asturias en el primer trimestre del próximo año. Si la previsión se cumple, puede que la próxima Semana Santa sea la primera en la que estemos conectados con la red de la alta velocidad. El pronóstico es que la actividad turística sea, de manera inmediata, la mayor beneficiada por el nuevo servicio ferroviario como ocurrió en otros lugares del país. Por lo tanto, hay que prepararse para ello. El Principado, el Ayuntamiento y los empresarios vinculados al sector tienen que sentarse cuanto antes para ir definiendo un plan específico que permita aprovechar al máximo la oportunidad que se abre con la apertura de la variante de Pajares.
Para entonces, Asturias tendría que tener ya la nueva ley reguladora del turismo, ahora un anteproyecto en periodo de alegaciones, que sustituirá a la actual norma, vigente desde hace más de veinte años, que ha quedado totalmente desfasada ante la evolución que desde entonces ha registrado la actividad, el reto de la digitalización, la necesidad de combatir el intrusismo y prevenir la masificación.
Una de las asignaturas que sigue pendiente es la desestacionalización. El AVE puede ser un gran revulsivo para que el negocio en Asturias gane estabilidad a lo largo de todo el año. Con ese objetivo, hace unos días, la viceconsejera del ramo, Graciela Blanco, anunció la creación de una marca única para ‘vender’ la región como destino turístico de congresos y ferias. La idea pretende aprovechar la fuerza que adquieren las tres ciudades juntas, Gijón, Oviedo y Avilés, con sus capacidades de alojamiento e infraestructuras congresuales, para atraer grandes eventos nacionales e internacionales relacionados con el ocio y el negocio. Hacer la guerra cada una por su cuenta no tiene sentido alguno. La capitalización de este tipo de eventos, tampoco. La iniciativa encaja perfectamente con aquel proyecto de desarrollo del área metropolitana que quedó enterrado este mandato por el protagonismo que exige tener el ombliguismo capitalino.
Y otra luz que se va abriendo entre la negrura en cuanto al rearme económico se refiere corresponde a la industria con los planes que se van perfilando para consolidar su futuro. En la recta final de la cuaresma hemos ido conociendo a través de las páginas de este diario los progresos que se van consiguiendo en el camino de la nueva reconversión: La aprobación del PERTE para los astilleros, la reserva del suelo de la ampliación de El Musel por tres grupos empresariales para fabricar equipos eólicos, el avance del megaproyecto del primer hub mundial de hidrógeno verde para abastecer a Arcelor y Fertiberia, el emplazamiento de la gigafactoría de electrolizadores con ese motivo, la tramitación del horno eléctrico de Gijón o el inicio del proceso administrativo para arrancar la regasificadora antes de fin de año después de una larga y desesperante hibernación.
En definitiva, se trata de un cúmulo de buenas noticias en medio del momento más convulso del cambio de época en el que estamos plenamente inmersos. Por lo tanto, solo nos cabe el deseo de que el relato no se tuerza para que se vayan llevando a efecto y no seguir cayendo en la decepción.