Esta ciudad se juega su destino. Gijón tiene que hacer valer su posición como mayor conglomerado urbano, económico y social de Asturias, protagonista indudable de la prosperidad conseguida por el Principado en los cuarenta años de estatuto de autonomía que ahora conmemoramos y extremadamente solidaria con el resto de territorios que enarbolan con orgullo la bandera de la comunidad. Esa permanente contribución, no exenta de sacrificios, para tirar como cabeza tractora del vagón regional no ha tenido, sin embargo, la compensación merecida. Cuando persiste una deuda con Gijón pendiente de saldar, traducida en el cúmulo de compromisos públicos paralizados o pendientes de atender durante décadas, la ciudad corre el riesgo de quedar atrapada en el tiempo, asfixiada en la impotencia, mientras se producen movimientos telúricos encaminados hacia la centralización del poder en todos sus ámbitos y expresiones, con Oviedo y su entorno de influencia como sede.
Gijón necesita recobrar el peso político que llegó a tener en otros periodos de nuestra historia democrática. En las instituciones parlamentarias de Asturias y Madrid el municipio ha perdido una representación notable. Salvo el trabajo de alguna voz contada, los problemas de la ciudad entran pocas veces en la agenda de los diputados.
En el Principado apenas se encuentran personas con vinculación directa a la ciudad en primera o segunda fila de gobierno. Nunca en la capital de España hubo tanta carencia de una referencia de liderazgo gijonesa como ahora. Los partidos, a nivel local, están adormecidos. Así que solo nos queda agarrarse a la fuerza que pueda adquirir el Ayuntamiento, a través de su alcaldesa, con el respaldo de los grupos municipales y de la sociedad, para impedir que nos sigan tomando el pelo, al tiempo que refuerzan los intereses capitalinos en detrimento de esta ciudad, de la tercera parte de la ciudadanía regional y de lo que representa para el conjunto de la región.
No se trata de abrir una batalla localista, como puedan pensar quienes otrora hicieron del ‘cerco’ su mayor argumento hasta lograr el embeleso del que se benefician ahora. Se trata de exigir, con firmeza y sin miramientos, los compromisos adquiridos con el municipio para que Gijón pueda seguir contribuyendo al empuje económico y social de la que siempre hemos hecho gala. Quedarse frenados ante el cúmulo de agravios que estamos padeciendo supone seguir estando expuestos al declive sin remedio.
El listado de abandonos, promesas y deberes de las dos administraciones, central y autonómica, con esta ciudad no puede ser más desquiciante. Abunda en la mente de todos los gijoneses. El último despropósito que hemos conocido es la gota que colma el vaso. La sandez no puede ser mayor. El fracaso del concurso para la reforma del Hospital de Cabueñes por el mayúsculo desfase en los precios resulta absolutamente vergonzoso. Tras un retraso capital, no cabe más que pedir responsabilidades ante un desacierto administrativo sin parangón.
La alcaldesa de Gijón, con su estallido, no ha hecho más que expresar el hartazgo de una ciudad por los desatinos de una y otra consejería del gobierno de Barbón en buena parte de los asuntos que han ido tocando con respecto a este municipio. Una actitud que amenaza con convertirse en una ruleta rusa para el partido que lleva las riendas del consistorio. Al desgaste por las decisiones impopulares que ayer mismo congregaron en la plaza Mayor a cientos de personas de distintos colectivos afectados, se añade el desinterés cada vez más manifiesto del resto de instituciones.
Nota: El desdén se extiende peligrosamente a otros ámbitos, a la vez que crece la influencia del lobby carbayón. La Cámara de Gijón ha planteado aumentar el capital del consorcio de la Feria de Muestras para hacer frente a las inversiones necesarias para reformar el recinto. Sin más recursos es imposible acometer un plan de modernización.
El Ayuntamiento está dispuesto a analizar la propuesta, que supone una aportación anual de 750.000 euros durante cuatro años para cada uno de los socios. El Principado, sin embargo, no solo mira para otro lado. La Feria había presentado un proyecto de eficiencia energética con cargo a los fondos europeos que la Administración regional ni siquiera ha tramitado. Por contra, el Gobierno de Sánchez, según hemos conocido estos días, ha incluido la rehabilitación energética de las sedes sindicales entre los programas a costear por la UE. El desapego por omisión empieza a ser alarmante.