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Ángel M. González

Viento de Nordeste

Centralita central

Don Gabino el laico siempre consideró que Gijón era un pueblo. Lo demostró en varias ocasiones, una de ellas cuando vino a hacer campaña de su salto al Congreso con la boina calada hasta los hombros y enfundado en una gabardinona para posar en el Muro. Ahora, el señor delegado del Gobierno, en el ejercicio de sus funciones, decide llevar a cabo lo que la Dirección General de la Policía ya emprendió en otros lugares, el cierre de la sala del 091 para centralizarla en Oviedo bajo el control de la gran Jefatura Superior. El argumento es la economía que supone para el Ministerio del Interior la concentración de operadores aquí y en todas las poblaciones donde se está planteando, es decir, política nacional, sin atender a otros criterios como tiempos de respuesta, eficacia policial, flujo de avisos y otros indicadores que llevan a concluir el nivel de protección en el que nos encontramos.
En Asturias presumimos de que disfrutamos de los mayores índices de seguridad del país y de Europa si me apuran. Lo hemos escuchado en los últimos días durante las intervenciones del propio representante gubernamental y de los mandos por las conmemoraciones patronales de la Policía y de la Guardia Civil. Gijón está a la cabeza en los buenos datos y estamos orgullosos de ello. Sin embargo, una decisión como la que se emprenderá dentro de quince días puede darle la vuelta a la estadística, no porque aumenten los cacos y maleantes, sino porque se corre el riesgo de perder eficacia en las actuaciones de las patrullas.
Imagínense ustedes la ingente tarea que van a tener los dos o tres operadores de la ‘centralita central’ cuando reciban llamadas de Gijón, más de 5.000 al mes, junto a las de Oviedo, Avilés, Luarca, Mieres, Siero, Noreña, Grado, la Villa o Cabañaquinta. Pasan de atender una población de poco más de 200.000 habitantes al triple, que en el caso de esta ciudad se dispara durante los meses de verano.
En este asunto, Gijón está siendo tratada como el pueblo que, como decíamos, consideraba don Gabino. En este caso, lo que los gerifaltes de la Dirección General pintan como un ahorro no se trata más que un recorte cuyas consecuencias están aún por ver por mucho que intenten explicar que los ensayos ya se han producido en otros lugares.
El señor Dámaso Colunga, que de ello sabe algo, propuso incluso como alternativa la creación de una sala conjunta con el 092 de la Policía Local. Es decir, existen razones para la preocupación. Una centralita común permitiría mejorar la coordinación entre las dos polis, como es lógico, pero no parece que esté en la agenda de prioridades del Ayuntamiento, que sería el que tendría que costear el desarrollo de la idea planteada por el comisario. Por lo tanto, solo veo otras dos opciones, que el puesto de control de Moreda permanezca como está o que la concentración de salas de las siete comisarías de Asturias se hagan en dos, en Oviedo y en Gijón. Como el señor delegado no va a tener en cuenta ninguna de estas posibilidades, solo nos queda desear éxito en el empeño por el bien de todos y que, al menos, en lugar de sobrantes tengamos más custodios.

Sobre el autor

Periodista del diario EL COMERCIO desde 1990. Fui redactor de Economía, jefe de área de Actualidad, subdirector y jefe de Información durante doce años y desde febrero de 2016, director adjunto del periódico.


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