>

Blogs

Ángel M. González

Viento de Nordeste

Cirugía en El Natahoyo

Hace un par de años, por estas mismas fechas, el Ayuntamiento manejaba unas notas preliminares para el plan urbanístico que consideraban el suelo de Naval Gijón como una gran mancha residencial. Aquel borrador que guardaba como oro en paño la señora Lucía García, entonces concejala de la materia, no llegó a ver la luz porque una persona avezada, con diligencia y sentido común, se apresuró a tildar de error mayúsculo lo que figuraba en aquel papel, es decir, la posibilidad de construir pisos en los terrenos del astillero. Lo que estaba llamado a ser una metedura de pata política fue plenamente corregido en el documento de mayo del año pasado que sirvió para la aprobación inicial del plan general, donde Naval Gijón se convertía en «un espacio de elevada renta de situación para actividades económicas terciarias». Así de textual lo reflejaba el compendio, que añadía, además, que El Tallerón y Armón «pueden ser a largo plazo la continuación de este nuevo centro de servicios».
El PGO en tramitación transforma el suelo que ocupaba el antiguo astillero de industrial a terciario, donde tienen cabida desde espacios verdes, establecimientos de hostelería, empresas de servicios o equipamientos dotacionales. Es decir, nada de viviendas ni hoteles, que podrían dar lugar a pensar de que en la zona que inspiró ‘Los lunes al sol’ se permitiría la especulación. El veto, por lo tanto, se respeta, independientemente de que las fichas que desarrollen el plan se miren con lupa por si se cuela algo.
Ahora bien, el suelo de Naval Gijón tiene en estos momentos dos propietarios, el Puerto y Pymar, la sociedad de reconversión de los astilleros. La Autoridad Portuaria ha decidido sacar a subasta su parte de terreno por 5,4 millones de euros ante la imperiosa necesidad de hacer caja entre críticas políticas y sindicales por la precipitación en la medida. Sostienen que ni están definidos claramente los usos, ni está aprobado el plan urbanístico, ni fueron atendidas las reivindicaciones de los excedentes del cierre de la factoría, ni hay emplazamiento alternativo para la Semana Negra.
Es cierto que el PGO tiene aún por delante un año mínimo de tramitación y que, por lo tanto, la nueva catalogación del suelo carece de la bendición definitiva, pero parece difícil que la utilización del espacio que los rectores de El Musel ponen a la venta pueda ser cuestionada.
Por el contrario, merece un saludo todo lo que sea ganar tiempo en la búsqueda de una oportunidad que permita avanzar en el desarrollo urbanístico de la fachada marítima entre Poniente y El Arbeyal. El comprador tiene marcado de mano el destino de lo que está comprando. Para eso están las cláusulas.
El terreno que el Puerto pone en el mercado es el más próximo al mar; el que está en posesión de Pymar tiene características distintas por su emplazamiento. Aunque el tratamiento en el plan urbanístico es, en principio, el mismo, no sería descabellado reservar una franja para una actuación residencial suave que sirviera de transición hacia el espacio abierto que lleva a la bahía. Pura cirugía para un barrio prometedor.
La actuación tendría que ser concebida como continuación de lo que se hizo en Poniente y enlace con los tres planes de reforma interior que se proponen en El Natahoyo, que prevén la construcción de 440 viviendas. Una operación, además, que tendría que ir vinculada a la atención que demandan los últimos del naval. La nueva ubicación para la Semana Negra tiene solución. La de los excedentes condiciona que todo lo dicho tenga un buen resultado.

Sobre el autor

Periodista del diario EL COMERCIO desde 1990. Fui redactor de Economía, jefe de área de Actualidad, subdirector y jefe de Información durante doce años y desde febrero de 2016, director adjunto del periódico.


octubre 2016
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31