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Rafael Fernández Tomás

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¡ MARÍA GUERRA, ROSA YEPES Y MAR DE NIEBLA !.

El día de ayer se inició para mi cuando esperando que abriese el Banco, encontré a una mujer Ucraniana más joven que yo que la reconocí de inmediato, sin saber lo que llevaba en sus espaldas.Al preguntarle por su madre María Guerra, una amiga, de los llamados Niños de la Guerra, me informó de pronto: Falleció ayer.Hoy a las 10 en el Tanatorio de Jove la despedimos y la incineramos a las 6.

Lo lamenté. María Guerra, había sido una mujer marcada por dos guerras. La Guerra Civil española en 1936, que llevaron a sus padres asturianos, a incorporarlos al contingente de los niños de unos 5 años que para ahorrarles el dolor de la guerra en España, los recibió la Unión Soviética, en donde a los pocos años les cayó encima la Segunda Guerra Mundial.Cuidados por los soviéticos con cariño, recorrieron el territorio ruso según la guerra se desplazaba. Allí realizaron los estudios,crecieron, se casaron, tuvieron hijos y ella decidió con su marido Ucraniano y sus hijas ucranianas y las nietas ucranianas, regresar a su Asturias y contaron con la atención de Matilde de la Torre, la Ministra que en 1994 construyó para ellos y todos los que la necesitaran los Apartamentos Gijón en la Calzada.

Su padre había sido un enorme dirigente socialista asturiano.

Pues estaba en el Tanatorio de Jove, frío, solitario acompañando a la hija y la nieta y otros amigos casi todos ucranianos,Era el mismo homenaje a María y su cariño de siempre desde que llegué a los Apartamentos y ella subió a ponerse a mi disposición.

Estando en el Tanatorio, la nieta había comprado los periódicos, y al sentarme a ojearlos, una foto y una nota me dejó seco: Rosa la siempre atenta y cariñosa mujer que trabajaba en Mar de Niebla, frente a nuestros Apartamentos, inconfundible sentada, después del trabajo, con su inseparable cigarrillo, inconfundible en el paisaje al salir, había fallecido el mismo día de María Guerra.Pero que hubiera fallecido, era tan atenta y solicita, bromista y buena persona, acompañada  por su esposo que colaboraba en mantenimiento en esa, cada día para mi más extraordinaria organización Mar de Niebla, a los 51 años de una embolia fue un golpe seco..

Y de allí, de aquel grupo mayor de amistades de Maria Guerra, aquella comunión de amigas de los ” Niños de la Guerra”, me trasladé al Tanatorio de Cabueñes, a estar acompañando a su esposo y sus dos hijos y a Hector, Eva, Bea, Javi, Nerea y las demás compañeras, y noté de entrada que estaban todas las capillas llenas.(el invierno cobraba sus victimas), pero sobre manera me llamó la cantidad de jóvenes que vi, pensando que además de los amigos de Mar de Niebla, habría fallecido algún otro joven.

Cuando me acerqué a la capilla 12, mi sorpresa fue la enorme cantidad de personas, la mayoría jóvenes que acompañaban a Rosa Yepes. Por supuesto con los ojos inchados Hector, que acababa de recibir el premio Princesa de Gerona y el alma de Mar de Niebla con todo su grupo, al frente saludaba, tan modesto como valioso es, a tantas personas.

Pero Rosa y Luis Alfonso habían tenido dos hijos y pensaba que eran compañeros de los hijos aquel multitud.Me equivoqué aquellos muchachos por decenas era miembros de Mar de Niebla que acompañaban al nieto de unos 15 años, agradeciendo con su presencia las decenas de veces que Rosa, los atendía.Era los grupos de adolescentes de los sectores más marginales de La Calzada, por quien Rosa, así sólo Rosa, con su cigarrin siempre, tanto les ayudó y tanto los quiso, en todos sus proyectos.

Aquel Tanatorio reunía a los amigos de la familia, muy querida familia de siempre en La Calzada, a los amigos de los hijos y la multitud de chavales que recibieron tanto cariñó y afecto de Rosa, y acompañaban a Marco su nieto.

Ambas, asturianas tan queridas, de dos generaciones tan diferentes y dos vidas tan diferentes, María Guerra y Rosa Yepes, eran dos asturianas de bien.

Quienes tuvimos la oportunidad de vivir aquella despedida el mismo día, ya en Jove, ya en Cabueñes, ya con exiliados ucranianos y asturianos y jóvenes de la Asturias de hoy, nunca olvidaremos todo lo que había en el seno del barrio de La Calzada donde orgullosamente vivimos

 

 

 

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