Cuando la hija de un candidato a la presidencia de un país se ve abocada a declarar que su padre no es igual a su antecesor en el cargo, es que algo falla en la campaña del aspirante en cuestión. A pesar de sus numerosos intentos, John McCain no ha conseguido deshacerse de la imagen de continuador de la política de George Bush con que empezó la carrera electoral. Lo ha dicho por activa y por pasiva. Ha llegado a afirmar que romperá radicalmente con las estrategias económicas del presidente en caso de salir elegido. Pero nada ha funcionado para convencer a los estadounidenses, conocedores de su historial de votos a favor del actual gobernante.
Lo peor del caso es que su insistencia, aparte de no ser efectiva, ha sido contraproducente. Es decir: no le ha servido para desmarcarse del gobierno Bush, pero en cambio le ha hecho ganarse numerosos enemigos dentro su propio partido. Hace unos días el ex secretario de Estado Colin Powell daba su apoyo público a Barack Obama. Y ahora el ex portavoz de la Casa Blanca Scott McClellan ha recogido el testigo, asegurando que sólo el senador demócrata puede cambiar realmente cómo funcionan las cosas en Washington. Flaco favor a la candidatura republicana, cada vez más debilitada.
Mientras McCain es víctima de sus propios compañeros, Obama continúa dando muestras de entereza y camina con paso firme hacia el Despacho Oval. Cuando su adversario cancela un discurso por la lluvia, el senador por Illinois sale a la palestra y se cala hasta los huesos para dirigirse a la multitud. Cuando el republicano se dedica a descalificarle, él aboga públicamente por la unidad del país en tiempos difíciles. Y todo ello haciendo gala de una tranquilidad y parsimonia casi increíbles para alguien que se está jugando acceder a la Casa Blanca.
Las últimas encuestas siguen dando al de Honolulu una cómoda ventaja de entre 5 y 10 puntos. Y la división dentro del partido del veterano de guerra es cada vez más evidente. Hay quienes aseguran que será una debacle electoral. Otros todavía confían en la victoria, asegurando que las encuestas son poco precisas. En cualquier caso, la sombra del presidente más impopular de la Historia de Estados Unidos planea sobre McCain. Y es alargada. Muy alargada.