El éxito de Michu en la Premier League (tres goles en dos partidos, asistencias de gol, pichichi momentáneo) debería dar que pensar a muchos. En Gijón, a quienes le amenazaron vía internet cuando ya estaba fichado por el Sporting, olvidando que otros muchos jugadores habían jugado en ambos equipos. Y en los grandes del fútbol español, por su extraña política de gastar sólo en jugadores consagrados caros-carísimos, lo que permitió a un modesto inglés, el Swansea, ficharlo por 2,5 rácanos millones de euros tras un temporadón en el Rayo Vallecano. Raro, raro esto del fútbol. ¿Será que si se compra barato hay poca comisión? Ni Madrid, ni Barça, ni Valencia, ni Sevilla han preguntado por Michu. Y luego va el Barça y deja libre a Keita para fichar un recambio por 19 millones. Y luego va el Madrid y ficha a Modric por 35 millones. Y luego va el Sevilla y ficha a una mediocridad llamada Botía por 2,5 millones (¡el precio de Michu!).
Aquí, en el Sporting, también nos gusta lo raro. Estamos acumulando más atacantes que el dream team de Cruyff, mientras tenemos una defensa de pena y dolor. Dejamos marchar a Gálvez (nuestro mejor central) y a Rivera (el mejor jugador del Sporting desde Lediakhov) y sólo pillamos a Sergio Fernández, buen fichaje pero arriesgado por sus 35 años. Faltan dos centrales más. Si alguien piensa que los defensas que eran malos para Primera son buenos para Segunda, el error ha quedado de manifiesto en las dos primeras jornadas. Ni Gregory ni Iván ni Órfila ni Canella son jugadores válidos. Menos aún Landeira como defensa. De flanes estamos servidos. Hacen falta dos matones en el eje de la defensa, con barba, con malas artes, con contundencia y mejor con canas que sin ellas. Y para los laterales mil veces mejor Lora y Alex que los titulares actuales.
No se entiende tampoco la alineación contra el Murcia. El doble pivote requiere al menos un tipo duro, de corte. Y si son los dos, mejor que mejor. Así subimos hace cuatro años, con el señor Matabuena y Michel. El domingo pasado, con la lesión de Mandi, sólo había un pivote de esas características: Alex Barrera. Y no jugó un minuto. Eso de ser técnico debe afectarle a uno en las neuronas hasta el punto de no ver lo evidente, lo que vemos el cien por cien de los que estamos al otro lado. Con una mala defensa y sin un medio defensivo (ese que aliean absolutamente todos los equipos) no hay nada que hacer. Ni empezar a hablar, oye. Viene cualquiera y te roba la cartera en cinco minutos. Renovar a Órfila y Landeira ha sido un tremendo error. No fichar a dos asesinos natos de la defensa sigue siendo otro tremendo error. Dejar marchar a Gálvez, con contrato en vigor por otro año, y a Rivera, jugón y luchador como nadie, no tiene explicación. De la mitad para adelante hay una legión de atacantes, todos con más o menos calidad. Pero falta cemento en la base del edificio. Falta hormigón, mejor dicho. Lo de ahora no llega a yeso de segunda mano. Y la Liga, señores, ya comenzó hace dos semanas. Si saliera bien el proyecto de Manolo, al que deseo lo mejor, pues parez buen rapaz y encima tien carrera, sólo sería equiparable a Johan Cruyff cuando alineaba en el Barça a un portero malo, tres defensas y siete delanteros. ¡Y le salía bien! Ahora esperamos por el dream team de Manolo, que ya superó a Cruyff contra el Murcia acabando el partido con sólo dos defensas. Bonita y romántica gesta, pero abocada al fracaso en los tiempos que corren.
Sobran malos defensas (Gregory, Ivan) y varios flanes en la plantilla (Orfila, Landeira, Ricardo), sobran bandarras (Luis Morán) y gente que no acaba de cuajar (Carmelo, Ayoze), podría incluso venderse a De las Cuevas (al que un buen amigo ha rebautizado como ‘mingafría’). Y falta lo más fácil en apariencia: un poco de hormigón en defensa, un Mino de la vida (a falta de Michu). O mejor, dos. Pero esa asignatura, la más fácil de todas, al parecer la hemos dejado para septiembre.