El acoso escolar es una realidad en las aulas, aunque no una novedad. Si hacemos memoria todos podemos acordarnos de haber vivido como protagonistas o como espectadores situaciones en las que uno o varios niños le hacían la vida imposible a otro. ¿Se enteraban los profesores? Muchas veces no, porque el acosador no actúa cuando están presentes y porque aquel que informa a un profesor de lo que está pasando se convierte en un chivato y, por ende, se expone a las represalias del acosador que puede convertirle en su próxima víctima. Este mecanismo es lo que hace tan complejo solucionar el acoso desde el primer momento, sin llegar a males mayores.
Pero hay buenas noticias. Todos vamos tomando conciencia de la realidad y gravedad del problema y de la necesidad de abordarlo con soluciones eficaces y por eso existen a nivel nacional e internacional diferentes programas elaborados por equipos de profesionales competentes, que proponen resolver eficazmente estas indeseables situaciones.
Gijón apuesta por uno de estos programas: la tutoría entre iguales, a la que se han acogido por el momento la mitad de los colegios e institutos de la ciudad para este curso escolar, pero que sigue abierto para todos aquellos otros que quieran implantar el sistema. Es un sistema que ya funciona en otras ciudades de nuestro país.
El programa implica a toda la comunidad educativa, profesores, alumnos y padres, comenzando por la información y formación y se aplica a partir de tercero de primaria, por ser la edad en que los peques tienen la madurez suficiente para tratar este problema. Todos han de estar sensibilizados con el acoso escolar, cómo se presenta, cómo hay que actuar. ¿Y cómo funciona? A los niños de un curso más alto se les ofrece la posibilidad de ser tutores de un niño más pequeño. Es una opción voluntaria, pero allí donde el programa se está aplicando la mayoría de los niños quieren ser tutores. Los que no dan el paso también tienen que ayudar, porque ningún niño queda fuera del programa. Cuando hay un problema se pone en marcha el triángulo de intervención: el niño que se siente acosado informa al niño que le tutela y éste hablará con el acosador para intentar solucionar el problema de igual a igual. Con esta primera intervención se resuelven muchos conflictos. Cuando no es posible, el tutor informa al profesor, que intervendrá de inmediato.
El sistema nos gusta mucho porque implica a toda la comunidad escolar, pero sobre todo porque los niños son los primeros en identificar y detener las conductas, convirtiéndose en protagonistas de las soluciones, a su nivel, entre iguales, desde el minuto uno y sin esperar a que la cosa se agrave ante la ignorancia de padres y profesores, porque la violencia se gesta poco a poco, a escondidas, en rincones del patio, en vestuarios y baños, lejos de los ojos del profesorado e incluso a veces con el desconocimiento de los propios padres. Es, sin duda, una buena noticia para los niños de nuestra ciudad.
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