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José María Urbano

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Gasto innecesario

La propuesta de la renta social planteada por IU en Avilés no parece tener encaje en una ciudad que es modélica desde hace décadas en atención a los más necesitados.

En el ambiente político en el que se mueve habitualmente este país es difícil que algo nos sorprenda, pero aún así, cuando se trata de analizar lo más cercano y por lo tanto se conocen mejor los detalles todavía nos damos cuenta que existe un terreno inexplorado y una cierta capacidad de sorpresa. Más o menos eso es lo que ha suscitado la última reclamación del grupo municipal de IU en el Ayuntamiento de Avilés, a través de una rueda de prensa en la que estuvo presente el coordinador general de la coalición, Juan José Fernández. La propuesta, presentada nada menos que como condición sine qua non para «hablar» de los presupuestos municipales de 2018, es la de establecer en Avilés una renta social. Más o menos, asegurar una renta de 665 euros al mes a todas aquellas personas que vivan solas. Según sus propios cálculos, el coste de su implantación y desarrollo ascendería a un millón de euros. El modelo a seguir sería el que propuso la marca de Podemos en el Ayuntamiento de Gijón, apoyada por IU.

Lo sorprendente de esta propuesta concreta en Avilés es que la haga IU. De cualquier otra formación política cabría albergar dudas, pero de IU no cuando se habla de los servicios sociales municipales. Y si se quiere hilar más fino todavía, mucho menos cuando el que presenta la propuesta es Juan José Fernández, que formó parte del equipo de Gobierno municipal como concejal de Cultura.

IU sabe de sobra que Avilés es una de las ciudades que supo ir por delante en todo lo relativo a la atención social, poniendo en marcha programas que fueron mucho más allá del plan concertado de servicios sociales que delimitaba lo que le correspondía a cada una de las tres administraciones, la central, la autonómica y la local, un plan que recogía las prestaciones sanitarias básicas, recién iniciada la etapa democrática.

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Cuando el Ayuntamiento de Avilés se involucró de lleno en la tarea existía el padrón de beneficiencia que atendía a las personas excluidas en el aspecto sanitario y poco más.
Y a partir de ahí nombres como el de Nelly Fernández, Laura González, Ana Álvarez, Antonio Molejón, Ángel Álvarez, Jesús Llera Arrojo, Mariví González, Purificación García y Yolanda Alonso, todos ellos concejales, además de dos funcionarias reconocidas por todo el mundo, como Adelaida Fernández Brañas y Encarnita Lanzas, hicieron posible un largo camino que nos lleva a la realidad de hoy.

Desde el Centro de El Pozón, la UTS, que fue la primera que se abrió, hasta el Centro de Planificación Familiar, también pensando en el bienestar general, el Servicio de Atención Mental, reconvertido luego en Centro de Atención a Toxicomanías, sin que hubiera en Asturias un solo referente. La zonificación de Avilés para un mejor servicio al ciudadano: El PozónLlaranes, que fue el primero, Galiana, La Magdalena y El Arbolón. La creación en 1990 del Ingreso Mínimo de Inserción (IMI), que buscaba una ayuda a las personas necesitadas, pero ofreciéndoles un trabajo que las dignificase.

Un largo e intenso proceso que llega al día de hoy, en el que Avilés figura como el segundo ayuntamiento asturiano en inversión por habitante, 90 euros, con más de siete millones de su presupuesto dedicado a este área y con dos tipos de ayuda, la de cobertura básica, destinada a prevenir o evitar situaciones de exclusión o emergencia social, como lo son las de carencia para poder afrontar los pagos de alimentos, vivienda, desplazamientos… Y ayudas de urgencia, destinadas a paliar situaciones extraordinarias sobrevenidas, puntuales e imprevistas, como son alojamientos temporales, enterramientos… Todo ello está recogido –e IU lo sabe porque votó a favor para su aprobación– en la Ordenanza Reguladora de las Prestaciones Económicas de Emergencia del Ayuntamiento de Avilés, publicadas en el BOPA en agosto de este año.

Si uno quiere concretar más para saber si este Ayuntamiento responde o no eficazmente a las necesidades de los más necesitados bastaría con hacer un breve repaso a las prestaciones que se brindan: prestaciones para atención, vivienda, gastos de hipoteca, alquiler de vivienda, mantenimiento, formalización de un contrato de alquiler, alta de suministros de agua, gas y luz, adquisición de mobiliario básico (mesa, sillas, camas, armarios), enseres de cocina, ropa o electrodomésticos básicos. En otro capítulo figuran las ayudas a la estancia en residencia de personas mayores, prestaciones para la conciliación y atención a la infancia en riesgo, atención en domicilio, asistencia a escuelas infantiles, ludotecas, campamentos, desplazamientos de menores a las escuelas, de mayores a los centros de acogida, a centros de rehabilitación, pagos de cuotas a la Seguridad Social, gastos de formación, vestido, enterramientos, comida a domicilio… Y todavía hay más.

Y si se habla de dinero, baste señalar algunas cifras de este mismo año. 753 ayudas al alquiler, 934.467 euros; 943 ayudas de pagos de recibos de luz y gas, 223.547 euros; 233 ayudas a propietarios de vivienda para el pago de cuotas de comunidad, 42.162 euros; 225 ayudas de emergencia en materia de vivienda, 125.703 euros. O en otro capítulo, 700 ayudas a familias con menores a su cargo, 483.700 euros; bonificaciones escolares para comedores, actividades extraescolares y talleres infantiles, bonificaciones que alcanzan casi todas el 80 por ciento.

Por todo ello sorprende que IU plantee en Avilés una medida, la de la renta social, que es posible que se necesite y funcione en Gijón, pero no parece que aquí sea esencial teniendo en cuenta el grado de atención que ya se ofrece. IU, además, lo plantea como un cierto ultimátum: o se concede esa renta social, y también la no privatización de más servicios, o no se negociará nada de los próximos presupuestos.

Hace unos días, Juan Neira escribía en las páginas de LA VOZ DE AVILÉS-EL COMERCIO un magnífico comentario sobre los presupuestos regionales, ‘La moda en los presupuestos’, en el que señalaba que «el debate gira sobre el gasto. O mejor dicho, sobre alguna modalidad de gasto, ni antes ni ahora la inversión productiva se logra hacer un hueco en la pasarela». Y concluía: «Hay otra razón de peso para que la inversión productiva no sea tendencia. Para invertir hay que concebir proyectos, realizar cálculos, sopesar alternativas. Sin embargo, subvencionar no requiere de operaciones intelectuales complejas. Invertir es arriesgar, para gastar basta abrir la caja»… «A escala municipal, el gasto social está de rabiosa actualidad desde el minuto uno del actual mandato. El llamado ‘rescate social’ orienta a alcaldes y concejales. Se entiende por rescate mantener a la gente en el paro pero con derecho a subvención. Como medida provisional puede ser un acierto y un acto de justicia, pero la cronificación de las ayudas es insostenible». Impecable.

Avilés, como Asturias entera, lo que necesita son ideas y proyectos que busquen la creación de empleo. Y ahí es donde debemos esperar a toda la Corporación avilesina, IU incluida. Porque sólo a través del empleo se creará riqueza y hará innecesaria buena parte del gasto social. Mientras tanto, Avilés no parece que requiera nuevas figuras de atención social.

* jmurbano@lavozdeaviles.es  

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 10 de diciembre de 2017

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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