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Pilar Arnaldo

Desde La Pontecastru

BUENA LECHE

Recientemente circuló por las redes sociales una imagen bastante desagradable distribuida por un grupo animalista para disuadir a la gente de tomar leche de vaca. En la fotografía se podía ver una máquina de ordeño que contenía un líquido de color rosado y de aspecto repulsivo acompañada del siguiente texto: “Así es la leche de vaca antes de ser blanqueada. Sólo el 40% es leche, lo demás es sangre y pus”. Como era de esperar, la imagen causó gran malestar entre los ganaderos de leche y, es de suponer, entre el resto de productores y distribuidores de productos lácteos. Y seguramente ocasionó también inquietud entre los consumidores que la vieron. Y no es para menos. A nadie le gustaría saber que está consumiendo un alimento procedente de algo así.

Pues bien: se trata de una gran mentira y una burda manipulación, como muchas de las noticias difundidas por estos grupos extremistas. La leche sigue siendo blanca, como siempre fue. Así sale de las ubres de las vacas y así se recoge en las máquinas de ordeño y se entrega a los lecheros que la transportan a las empresas lácteas. Es más, se puede afirmar que nunca se produjo leche tan controlada ni tan segura como en la actualidad. Todos los días, en las ganaderías que la comercializan, se extraen muestras de ella y se analizan exhaustivamente.

Difundir bulos de este tipo debería estar prohibido y controlado por las autoridades, por la alarma social que pueden producir y el daño que causan a gran número de personas. No solo a los productores y elaboradores, sino también a los consumidores. La leche y su inmensa variedad de derivados son productos omnipresentes en nuestra alimentación y ese tipo de noticias pueden generar gran confusión; sin olvidar la cantidad de gente que, directa o indirectamente, vive del sector lácteo.

Entrar en los perfiles sociales de estos grupos animalistas produce, cuando menos, inquietud. Se pueden leer extravagancias del tipo: “la leche es asesinato y violación”o “comer carne está en el mismo nivel que abusar de un niño”. Son veganos, se consideran moralmente superiores, y nos etiquetan a los que consumimos productos de origen animal como “especistas”, término que para ellos tiene la misma carga negativa que “racista”, “sexista” o incluso “esclavista”. Alguien podrá argumentar que no se les debe hacer caso, que son cuatro iluminados, que no tienen ninguna influencia sobre el resto de la población… Esto sería lo deseable, pero lo que es seguro es que no son cuatro gatos sino cientos de grupos con gran número de seguidores y una presencia en redes sociales muy activa y constante. Seguramente no todas las personas que se manifiestan partidarios de estos grupos son tan extremistas y seguro hay seguidores de la alimentación vegana que no practican un proselitismo tan agresivo, pero lo cierto es que los que sí son intolerantes hacen mucho ruido.

Vivimos en un mundo libre y diverso. Se puede ser vegano como se puede ser seguidor de cualquier otra dieta o forma de alimentación, por extraña que esta sea. Allá cada uno con sus gustos. Pero por favor, respeten si quieren ser respetados. No mientan ni descalifiquen. No consumir productos animales no los hace superiores moralmente ni les da derecho a desacreditar a amplios sectores de la sociedad. ¡No tengan tan mala leche!

 

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Sobre el autor

Pilar Arnaldo, escritora y profesora de Lengua castellana y Literatura. Como columnista publico mis artículos en El Comercio sobre mundo rural, Suroccidente de Asturias y cultura tradicional


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