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Pilar Arnaldo

Desde La Pontecastru

OTRO SERVICIO MENOS

Hace poco más de dos años, en octubre de 2016, se creaba el Plan Especial para los concejos del Suroccidente Asturiano. Se trataba de articular un conjunto de líneas estratégicas, medidas y acciones para dar una respuesta global, coordinada y específica a las necesidades económicas de la comarca y contribuir a frenar el declive demográfico. Muchos, por esta zona, lo recibíamos con considerable escepticismo dado que ya estamos acostumbrados a observar planes de este tipo que se quedan en meras propuestas sobre el papel.

Pues bien, hoy, dos años después, no tenemos noticias de grandes –ni pequeños, creo- logros conseguidos gracias a este plan; pero sí las tenemos de lo que no se hizo, es decir, de determinadas actuaciones muy negativas para la comarca que este rimbombante plan no impidió. Una de ellas, muy reciente, es el cierre de la oficina de Correos de Navelgas.

¿Cómo se puede dejar a un pueblo sin un servicio público tan necesario? Sí, público. Aunque sea realizado por una empresa privada, el servicio sigue siendo público y el capital que lo sustenta, también. Si nos están  todo el día diciendo que hay que revertir el despoblamiento rural, si se crean comisiones, grupos de trabajo, organismos, planes para impedirlo y después se realizan acciones como esta, ¿qué vamos a pensar los ciudadanos? Pues, como poco, que nos están tomando el pelo. Llueve sobre mojado en  Navelgas y en la mayoría de los pueblos del Occidente. Cada nuevo cierre, cada servicio que se deja de prestar, cada recorte que se realiza es un paso más en la ya hace tiempo declarada sentencia de muerte de nuestro mundo rural.

Pero en el cierre de la oficina de Navelgas la historia, que está ahí precisamente para que no olvidemos el pasado con todos sus errores, pero también con todos sus aciertos, hace todavía más sangrante la cuestión. Que haya sido un tinetense ilustre, precisamente don Pedro Rodríguez, Conde de Campomanes, quien haya echado a andar la empresa de Correos España tal como la conocimos hasta ahora no deja de ser una triste ironía del destino. Fue Campomanes quien desde 1755 reforma el correo en nuestro país, racionaliza las tarifas e instituye el reparto a domicilio modernizando el servicio postal en España hasta el punto de que podemos casi considerarlo su creador.

Un tinetense nos trajo el correo y unos tinetenses – desde el Ayuntamiento_ permiten que desaparezca la oficina de Navelgas sin luchar por ella ni siquiera escandalizarse por este nuevo ataque a uno de nuestros pueblos. ¡Seguro que los huesos del ilustre vecino de Santa Eulalia de Sorriba se remueven en su tumba ante tanta dejadez!

Poco a poco, día a día, sin prisa pero sin pausa, en los pueblos del Occidente de Asturias nos están despojando de todos los servicios necesarios para sobrevivir como ciudadanos de pleno derecho. Y después nos venden humo continuamente en forma de planes y proyectos que cada vez nos creemos menos.  El mundo rural, ni ningún otro, no se salva con programas, sino con hechos. Cuidándolo y protegiéndolo día a día. Y para eso no hace falta tanto papeleo.

¡Luego nos echamos a temblar cuando la borrasca asoma por el horizonte!

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Sobre el autor

Pilar Arnaldo, escritora y profesora de Lengua castellana y Literatura. Como columnista publico mis artículos en El Comercio sobre mundo rural, Suroccidente de Asturias y cultura tradicional


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