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Pilar Arnaldo

Desde La Pontecastru

BIENVENIDOS A VUESTRO PUEBLO

La semana pasada, con el denominado popularmente”Puente de la Constitución”, los olvidados pueblos del Occidente por unos días revivieron y volvieron a llenarse de gente: vinieron algunos turistas de paso, pero, sobre todo, acudieron invariablemente nuestros vecinos emigrados a las ciudades, que siempre que pueden regresan a sus lugares de origen.

Es importante hablar de ellos y tenerlos en cuenta porque suponen un refuerzo considerable en el sostenimiento de nuestros pueblos. Son esas personas que no olvidan sus raíces, que aman el lugar que los vio nacer y que cuidan con esmero y dedicación del legado de sus antepasados.

Se trata de un colectivo heterogéneo. Los principales son los jubilados recientes, los que emigraron en los sesenta y setenta y que hoy, todavía relativamente jóvenes y con mucha energía vuelven a los pueblos con frecuencia. Algunos pasan más de la mitad del año aquí. Llegan con ánimos renovados por sus recién estrenadas jubilaciones, arreglan las casas, ponen huerta, hacen el samartín y, sobre todo, se implican de forma muy activa en las actividades del pueblo. Tiene tiempo y ganas, se desenvuelven bien en la aldea porque conocen la vida campesina y sienten gran satisfacción por poder regresar a esos orígenes a los que jamás renunciaron. Siempre están dispuestos a echar una mano a sus vecinos y su presencia aporta calidad de vida a los habitantes fijos de los pueblos.Además, su estancia atrae a sus hijos y nietos que aprovechan puentes, fines de semana o cualquier festivo para acercarse  a pasar el día con los padres. Pero no son solo los jubilados. Mucha gente todavía en activo aprovecha cualquier día libre para venir al pueblo, abrir la casa y disfrutar de la tranquilidad y la paz de nuestras aldeas. Además, con ello fomentan en sus descendientes una relación de afecto con el mundo rural de sus antepasados. Todos tienen algo en común y es su vinculación con sus raíces, algo que los hace merecedores de todos los elogios.

El pueblo somos todos: los que habitamos permanentemente en él, los que reparten su tiempo entre campo y ciudad, los que nos visitan de vez en cuando y los turistas que, en determinados días del año, tienen a bien elegir estos lugares como  destino para sus viajes.

Son necesarias todas las manos y todas las voluntades para sostener este viejo mundo rural. Nadie sobra en nuestros pueblos. Gracias por estar aquí. Gracias por “hacer pueblo”. Vuestra llegada siempre supone un soplo de aire fresco en estos lugares tan necesitados de capital humano del bueno. Como el que vosotros aportáis con vuestra presencia. ¡Sois siempre bienvenidos!

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Sobre el autor

Pilar Arnaldo, escritora y profesora de Lengua castellana y Literatura. Como columnista publico mis artículos en El Comercio sobre mundo rural, Suroccidente de Asturias y cultura tradicional


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