Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa
Día 4.
17 de marzo 2020
Aquí estamos, cuarto día. Todavía nos mantiene una cierta euforia por esta novedad del confinamiento obligatorio en casa, aunque todos sabemos que esto va a ser duro, que va a ser inevitable que nos llegue el bajón. La meta está en llegar firmes al decimoquinto día, aunque, para qué nos vamos a engañar, sabemos todos que esto se va a alargar.
Los datos de los efectos de esta puta epidemia siguen siendo dramáticos. Pero ya nos lo habían advertido: esta semana va a ser durísima en infectados y en fallecimientos. Las cosas no se hicieron bien en nuestro país y estamos pagando las consecuencias. Pero también debemos pensar que el esfuerzo que estamos realizando de mantenernos encerrados en casa empezará a dar resultados en unos días cuando veamos que el pico de infectados empieza a bajar. Y ahí habremos empezado a conseguir uno de los grandes objetivos en este primer momento: que no quiebre el sistema sanitario.
En este país vivimos más de 47 millones de personas. Es decir, la casuística de este drama que estamos viviendo tiene 47 millones de formas distintas de definirse, de verse y de afrontarse. Digo esto porque cada uno de nosotros tendremos nuestros propios dramas familiares, de amigos, de situación económica, de empleo… como para que alguien se atreva a dar consejos a nadie y mucho menos a pontificar.
Pero dicho esto, y con el único afán de aportar una reflexión más, quiero insistir en dos conceptos que vengo repitiendo en este blog que casi acaba de comenzar. Separemos las cosas importantes de las que no lo son. Aquí lo fundamental es que tengamos claro que el verdadero drama es el de las familias que han perdido a alguno de sus miembros, las que tienen algún ingresado en los hospitales, los que están pasando la enfermedad en sus domicilios. Y los que no tienen familia y viven en la calle. Primer y gran drama.
Segunda cuestión importante. Que sepamos reconocer el trabajo de los héroes, empezando por el mundo sanitario, y a partir de ahí todas esas personas que nos están atendiendo a los demás para que el sistema funcione. No hace falta repetirlo, están en la mente de todos. Y junto a ellos, la solidaridad con todas esas personas que viven con la congoja de tener que ir a trabajar cada día y volver a sus casas junto a sus familias. A las 20.00 horas, el aplauso no va a dejar de sonar. En mi barrio ya no es un aplauso, es un clamor.
Un inciso. Nada de lo que nos está sucediendo va a quedar en el olvido. Nada. Por eso, observar el comportamiento de algunas empresas, de algunas multinacionales, da dentera (no quiero ser brutal en la expresión). Empresas que tienen ERTES indefinidos para utilizar al menor resfriado y que ahora miran para otro lado con cuatro medidas profilácticas. Se toma nota.
Según parece, las medidas del Consejo de Ministros de hoy martes han sido importantes en todos los sentidos. Buenas noticias. El Ibex ha subido de forma automática, aunque a mí esto del Ibex me preocupa poco. Me preocupa mucho más que todos los del Ibex se olviden de que en 2008 fue la sociedad española en general, es decir, usted y yo con nuestros trabajos, nuestro esfuerzo y nuestros impuestos, los que “regalamos” 80.000 millones de euros para salvar el sistema financiero, fundamentalmente por el desastre acumulado por una banda de golfos que se lo llevaron crudo sobre todo en las cajas de ahorros.
Así que esperemos que nos haya servido de lección, aunque viendo la incapacidad de la Unión Europea para afrontar una crisis global como ésta, absolutamente desconocida, dando una respuesta conjunta, sin fisuras, uno vuelve a poner en cuestión los verdaderos intereses que defienden estos políticos que nosotros elegimos también en Europa. ¿Europa Unida? ¿Cuál, la del Norte, la del Sur, la de Alemania?
Y cierro este capítulo antes de que me suba más la tensión. Estamos todos hiperinformados. Un consejo: lean periódicos serios, como el mío. Descansen del ruido de las redes sociales. Apaguen un poco la televisión o cambien a canales de entretenimiento. No es bueno estar todo el día dándole vueltas a lo que nos está pasando. A mí me llegaron hoy hasta un par de correos ofreciéndome la compra de unos ‘antivirus’, mientras siguen replicándose los bulos habituales, como los del ibuprofeno o las imágenes falsas de algunas aglomeraciones en el metro de Madrid. Huyamos del ruido, por nuestro bien. Buscamos respuestas, pero no las hay. Por eso hay que apelar un poco al sosiego, a la tranquilidad, no ayuda nada estar todo el día leyendo y hablando de lo que nos pasa.
Por eso es bueno disciplinarse y ocuparse de otros asuntos, pero tomándoselo con tranquilidad, tenemos muuuucho tiempo por delante. El profesor Javier Suárez Pandiello me pasa por wasap un vídeo del cómico y presentador Xuacu Pajarón que lo explica perfectamente: ¡Parar un poco, no lo hagáis todo en cuatro días, que nos quedan muchos días de encierro! Él da por finalizado el vídeo, grabado en su casa, porque le empezaba la clase de batukada a la que se había apuntado. Un sinvivir, vamos. (El video se puede ver al final de este artículo).
Cerramos la noche del lunes con el final de la serie ‘Vivir sin permiso’. Sirvió para constatar que el guión se les fue de las manos en esta segunda temporada. La presencia de esos pinche mexicanos, padre e hijo, fue disparatada de principio a fin. No creo que en Galicia estén muy contentos con la imagen que dio la serie de nuestros vecinos. Ese restaurante de lujo con marisco y albariño con cubitera de hielo entre las paredes de una cárcel causó hilaridad. Pero a la vez, el tratamiento de la enfermedad del Alzheimer causó enojo en muchas familias, estoy seguro.
Primera salida a la calle. Tres minutos para bajar la basura a un contenedor al lado de casa. Sensación extraña, la calle para mí solo. Yo pensé que eso de “la calle es mía” había sido una cosa muy antigua de Fraga. ¡Qué fresquín en la cara, qué bueno! Hala, y pa casa rápido.
Segundo día de bicicleta estática, que llevaba tiempo abandonada. No está nada mal. Dos sensaciones distintas. El sillín está un poco duro, la verdad. El lunes cuando empecé no sé porqué me vino a la mente la experiencia que un día contó en este periódico José Manuel García Roxín, uno de los mejores ciclistas que ha tenido esta región, y que durante años comentaba a diario en nuestras páginas las etapas de las tres grandes, Tour, Giro y Vuelta. Nos dijo un día el Roxín (está escrito) que compitiendo él en el Giro de Italia llegó un día a la meta con unas llagas tremendas en la entrepierna y ‘alrededores’. La opción era retirarse y no salir ya al día siguiente. Pero a alguien del equipo se le ocurrió un remedio casero: colocarle un chuletón, sin hueso, claro, y ajustárselo bien a la zona llagada con el culotte. No sólo acabó la etapa, sino que se le cerraron las llagas.
Que conste que el sillín duro de mi bicicleta estática no requiere remedios tan paliativos y heteredoxos como el descrito.
La segunda sensación, muy favorable, es que el menisco de mi rodilla derecha, que lleva muchos meses mirando directamente a la consulta del doctor Rodas, que la tengo, la consulta no el menisco, doblando la esquina de mi casa, no sólo no me ha molestado, sino que he sentido incluso como un cierto alivio. Así que estoy contento, sí.
Y finalmente, ayer ofrecía como algo curioso y original el concierto de un dj en su urbanización ovetense de La Manjoya para disfrute sobre todo de los niños. El fenómeno se ha repetido desde numerosos balcones y ventanas de viviendas de Gijón, Avilés y más sitios. A mí me parece una idea genial. Ya se entiende que estos voluntarios no van a estar todo el día con la música a cuestas. Pero oye, abro las redes sociales y hay gente muy cabreada por este motivo. “El que quiera música, que se la ponga en su casa”, he leído. E incluso leo también que la Policía Local de Avilés, previa denuncia me imagino, mandó parar a un joven que estaba tratando de amenizar un poco la tarde a sus vecinos.
En fin, hay que insistir: 47 millones de habitantes, 47 millones de dramas, 47 millones de opiniones. Respeto.
Juntos lo vamos a conseguir. #YoMeQuedoEnCasa