>

Blogs

José María Urbano

Diario de un confinamiento

Guerra y paz

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 6. 

19 de marzo 2020

 

Sexto día de encierro total en casa como la mejor arma contra esta guerra desatada por una pandemia. Siempre se insistirá poco: la mejor forma de ayudar de forma individual para el beneficio general es quedarse en casa, ¡coño! Que no se trata de ser el más listo (el listillo de cada reemplazo, como  decía el sargento del chiste que nos contaba en el periódico Antonio Gil Jiménez y que se quedó para siempre como un latiguillo en la Redacción: “ya está aquí el listillo de cada reemplazo”), sino de entender que de cada uno de nosotros depende el futuro para resolver este drama. ¡Que hasta los perros están pidiendo una tregua, que veo ya imágenes de alguno tirado en un sofá clamando que “ya no puedo más”!

La gran tragedia que nos está golpeando a todos, a todos sin excepción –qué paradoja que una enfermedad haya venido para igualarnos a todos en este mundo de desigualdades- es que empezamos a utilizar el lenguaje de la guerra. Merkel dice que no hemos tenido un reto de esta gravedad desde la II Guerra Mundial. En Estados Unidos, esa anomalía llamada Donald Trump habla de ‘virus chino’ para intentar añadir una acusación más frente al rival con el que se juega el liderazgo tecnológico dentro de ese tablero de la geopolítica. No le faltan apoyos, claro. Titular de Fox News sobre el coronavirus: “China tiene sangre en sus manos”.

Pero más allá de esta obscenidad, el mundo se lo está tomando en serio. O eso parece. La misma administración Trump anuncia un billón de dólares para cubrir las bajas por enfermedad, las prestaciones de desempleo y, por fin, pruebas de coronavirus gratis.

En Europa, la presidenta del Banco Central Europeo anunciaba al cierre del miércoles un plan de compra de 750.000 millones de euros en activos públicos y privados, asegurando así a los países sus planes de estímulo y favoreciendo sobre todo a los del Sur de la UE, España entre ellos.

Eso es lo que dice la ‘nota oficial’. Luego queda por ver si esa máquina de hacer billetes sirve para llegar al bolsillo de los ciudadanos o se queda por el camino en las manos de los de siempre.

A mí es que esta señora, Christine Madeleine Odette Lagarde, me cae mal. No lo puedo remediar. Esta exquisita parisina es famosa por sus meteduras de pata, por haber hecho alguna aseveración sobre “lo mucho que vivimos los viejos” (que no debe ser cierta) y por la cara impresionante que le echa a la vida cuando en su día pidió que España tenía que “esforzarse más”, lo que para ella se traducía en bajar los sueldos de los funcionarios públicos y subir el IVA. Y claro, que lo diga ella suena a escarnio. Porque de 2011 a 2019 ejerció de presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ganaba 458.700 euros al año, o lo que es lo mismo, 38.200 euros al mes, 1.270 al día, y cuando se bajó de ese caballo se subió a otro, el BCE, en el que gana 504.578 euros al año, 42.048 al mes y 1.940,68 al día. Y estoy por afirmar que no perdona ni los 68 céntimos del día.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Foto: D. Roland.

Pero bueno, como dice el dicho popular, “hay gente pa to”. Yo no veo mayormente críticas a la Lagarde esta, pero en cambio veo reparos, incluso desde diversos Galapagares, no desde Vallecas, contra Amancio Ortega, el fundador y propietario de Inditex-Zara porque, una vez más, ha anunciado que va a donar 300.00 mascarillas quirúrgicas protectoras, priorizará  el material que las autoridades sanitarias españolas han señalado como más urgentes -máscaras, guantes, gafas protectoras, gorros, calzas y protectores faciales-, y pone a disposición del Gobierno toda su capacidad logística, de aprovisionamiento y de gestión comercial, muy especialmente desde China. Además, Inditex ha asegurado que preservará todos los puestos de trabajo ante la situación generada por el coronavirus. Y finalmente, el presidente de la compañía, Pablo Isla, se ha reducido en un 50 por ciento su sueldo variable.

No sé yo cuántos empresarios están dispuestos a seguir este ejemplo. De momento sabemos que algunas multinacionales, alguna de ellas de Asturias, quieren mandar a casa a sus trabajadores a través de un ERTE sin complementos, mientras que en Europa ese mismo ERTE recoge un 100 por cien de todos los emolumentos. Seguiremos la pista. Una multinacional no es un autónomo sin recursos.

En fin, el sexto día de confinamiento coincide con mi santo y con el de miles o millones de personas, porque en este país hubo un tiempo en que todos éramos Jose y María, hasta que llegó la moda de los Borja Mari y similares. Bueno, ya lo celebraremos. Corre por ahí el rumor de que empresas como Estrella de Galicia pueden quebrar por falta de existencias cuando acabe esta pesadilla y nos digan que podamos salir a la calle.

En todo caso, ese día, seguramente seremos felices –eso fijo-, pero también diferentes tras constatar que a lo mejor este ‘parón’ en nuestras vidas va a servir para darnos cuenta de que vivimos a cien por hora sin reparar en que lo importante reside en las cosas sencillas y en la necesidad de apoyarnos en “los otros”, esos a los que ahora vamos a estar más unidos que nunca. Será la paz tras esta batalla infame.

No salgáis de casa. Sólo los héroes pueden hacerlo y se lo agradecemos a diario a las ocho de la tarde.

Juntos lo vamos a conseguir. #YoMeQuedoEnCasa

 

Temas

Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo