Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa
Día 7.
20 de marzo 2020
Me pasa un amigo un artículo de The Washington Post, firmado por Gillian Brockel, cuyo título ya es una fuente de inspiración: ‘Durante una pandemia, Isaac Newton también tuvo que trabajar desde casa. Usó el tiempo sabiamente’.
Y se relata que Isaac Newton, el científico más grande de todos los tiempos, tenía poco más de veinte años cuando se inició la Gran Peste de Londres, que al final provocaría la muerte de entre 70.000 y 100.000 personas en Inglaterra y más de una quinta parte de la población de su capital. Era solo uno más del Trinity College de Cambridge, que decidió enviar a sus estudiantes a casa para continuar sus estudios. Newton se encerró en la casa familiar y aprovechó el tiempo. El año que pasó lejos de las aulas fue más tarde conocido como ‘annus mirabilis’, el año de las maravillas. Hizo y desarrolló trabajos científicos sobre diversas materias y tuvo tiempo hasta para que le cayera la manzana encima de la cabeza y entendiera la teoría de la gravedad y el movimiento.
Una historia preciosa que debe animarnos en estos días de ‘enchiqueramiento’ obligado para reflexionar, estudiar, pensar y, oye, quien sabe, igual alguno descubre la pólvora, aunque me temo que esa ya está descubierta.
Reflexionando sobre este artículo fue como llegué hoy, al séptimo día -aquí no descansa nadie, a lo que se ve; mi mujer me tiene de limpieza integral y desaforada, mañana me parece que le toca a mi mini despacho y temo salir por la ventana, desinfectado, eso sí-, llegué hoy a la conclusión, decía, que los suecos nos tienen manía a los españoles. En concreto, la Real Academia de las Ciencias, que es la que otorga los Premios Nobel.
Yo creo que es debido a la cantidad de chistes que aquí, en nuestro país, hicimos en los años 60-70 sobre las suecas, porque solo así se entiende que únicamente tengamos ocho Premios Nobel españoles, seis en literatura y dos en medicina –uno de ellos asturiano, salvo que Torra y los suyos, con su media neurona, descubran también que era catalán igual que Cervantes-. Uno se asoma a las redes sociales y a alguna tertulia televisiva (más por lo que leo que por lo que veo) y la sensación es de que estamos rodeados de ‘premiosnobel’ por todas partes. Gente que lo sabía todo sobre la pandemia, que lo sabe todo sobre lo que hay que hacer y que lo sabe todo, sobre todo, de quiénes son los culpables, dentro y fuera del Gobierno.
Tengo fichada por la zona de Avilés a una ‘juanalaloca’ que va de mitin en mitin por redes sociales, con un único objetivo: avisar de que acabará con el Gobierno ‘comunista’ cuando esto acabe. Como vivimos en un pueblo, se sabe bien de qué pie cojea cuando lanza esos mensajes de que a todos estos del Gobierno hay que “matarlos, condenarlos, juzgarlos y hasta fusilarlos”. Bueno, no sé si ese es el orden, pero desde luego “matarlos” seguro. Relaja niñina. Deja los mítines, que aquí todos somos mayores de edad, pensamos por nosotros mismos, sabemos de qué va esto porque nos informamos en sitios serios y hemos decidido que ahora lo que menos necesitamos es la crispación. Que estamos, porque lo necesitamos, en otra onda. Pásate al yoga: a ver, inspira. (Esto va dedicado a todas las ‘juanaslalocas’ que pululan por las redes).
Si vas a determinadas tertulias televisivas te puedes encontrar con Monedero, el de las gafitas de ‘profesor chiflado’, que podría tener hasta su gracia, pero el problema es que miente. Y lo hace con una ligereza que asombra. Titular suyo: “Amancio Ortega dona 300.000 mascarillas y manda al paro a todos sus trabajadores para que el Estado les pague su sueldo”.
Y claro, los que estamos fuera de este ruido, sabemos lo que ha dicho: falso. Miente. La noticia, la de verdad, es que Amancio Ortega fabricará 300.000 mascarillas y demás material que le indique el Gobierno, ha puesto a disposición su empresa para este cometido, va a mantener el sueldo de sus trabajadores durante un mes, y solo si esto se prolonga más allá, entonces recurrirá a un ERTE, complementando el sueldo de toda la plantilla hasta el 100% de sus salarios. Pero ojo, para 25.000 trabajadores de las tiendas. El resto de la plantilla de área logística y demás departamentos, hasta los más de 35.000, seguirá en sus puestos a disposición del Gobierno. Y al final de la epidemia no habrá ni un solo despido. Su consejo de administración, empezando por el presidente de Inditex, Pablo Isla, se ha rebajado ya su sueldo variable en un 50 por ciento, que en el caso de esta gente son muchos euros.
A ver si estos días empiezan a salir otros imitando a Amancio Ortega.
Monedero mejor le daba consejos al vicepresidente del Gobierno, su jefe directo, para decirle que es la segunda vez que se salta la cuarentena obligada porque en su casa vive su mujer, que es una de las afectadas por el coronavirus. Y que sus numeritos de ruedas de prensa los puede hacer virtuales, desde casa, en donde puede pedir que le instalen lo último de lo último informáticamente hablando y además seguro que a él se lo van a dar gratis. Los demás nos arreglamos con skipes, duos, megas y similares. Y oye, funcionan. (Esto va dedicado a todos los ‘profesoreschifados’ que inundan algunos medios).
Oigan, ‘juanaslaloca’ y ‘profesoreschiflados’. En esta tragedia que estamos sufriendo todos, lo que menos necesitamos son otros ‘virus’ que envenenen el ambiente.
Sensación del séptimo día. Me ha parecido ver, asomado a la ventana, más gente y más coches en la calle que estos últimos días. Quiero sacar en conclusión que es viernes y que se ha impuesto la compra del fin de semana.
Mientras, las cifras de afectados y fallecidos siguen siendo dramáticas. Por eso no hay que dejar de insistir en la necesidad obligatoria de quedarse en casa, única forma de que seamos capaces de ver en unos días el aplanamiento de esa puta curva que nos amarga a todos.
Ánimo.
Juntos lo vamos a conseguir. #YoMeQuedoEnCasa