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José María Urbano

Diario de un confinamiento

¡Vamos!

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 9. 

22 de marzo 2020

 

Vamos, vamos, vamos…, arriba esa moral!!! ¡Si era algo que ya esperábamos todos! Sin necesidad de ser uno de esos ‘premiosnobel’ que pululan por el éter, sabíamos que a la primera quincena de confinamiento le iba a seguir una segunda. Pues nada, nuevo objetivo: llegar al 11 de abril. Y llegar bien, sanos lo primero, y sin muchas ‘magulladuras’ mentales. A fin de cuentas a nosotros nos queda quedarnos en casa como sea, otras familias lloran hoy por sus fallecidos o por sus enfermos ingresados. Así que los que de momento sólo tenemos el confinamiento como mayor problema, no nos queda otra que resistir y, cada uno dentro de sus posibilidades, ayudar a que esto sea lo más llevadero posible. Y con una advertencia: dicen los que saben de esto que afrontamos la ‘semana trágica’ de la pandemia en nuestro país. Por eso es más importante que nunca que nos mantengamos encerrados en casa, a cal y canto, como sea.

Hay que huir de las redes sociales, leer medios serios, evitar a los del mitin diario y a los del ‘vamosamorirtodos’, que hay alguno más pesado que el ‘Parte de las 2’ de Radio Nacional, aquel que se escuchaba en algunas casas a la hora de comer, al menos en la mía, esperando la noticia que nunca llegó hasta 1975, cuando ya no se necesitaba ni la Pirenaica por la noche porque había afortunadamente otros ‘partes’ y otras opciones en los medios de comunicación.

Así que, venga, ¡vamos!, no queda otra.

Me llama a media mañana Juan Wes para preguntarme si hoy estoy “mejor que ayer, porque leyendo tu diario, ayer estabas con la moral baja”. Hace años, José María, el que fuera mítico delantero del Real Oviedo y del Español, me dijo un día en el vestuario del Muro de Zaro, en la temporada 1980-81 en la que él entrenó al C. D. Ensidesa, que sabía por propia experiencia que “las madres siempre tienen razón”, aplicándolo en aquel momento al diagnóstico que una madre le había dado a un jugador suyo que trataba de recuperarse de unas anginas para indicarle que el domingo no iba a estar disponible. No jugó, fue baja.

Así que si Juan Wes, que fue durante años mi director en el periódico –al que veía a diario más que a mi madre- me dice que estaba con la moral baja, seguramente tenía razón.  A lo mejor por la escritura también se ven seguramente los estados de ánimo y estos pueden cambiar a la primera de cambio, simplemente con recibir una ‘mala vibración’, en la forma que sea.

Pero hoy, dejando al margen la tragedia -que nadie piense que estoy frivolizando- toca hablar de buenas vibraciones. Las que se exponían ayer en este diario con el título ‘Llega la solidaridad’, se confirman cuando uno lee la nota de prensa de la Consejería de Ciencia del Principado para anunciar la creación de un consorcio puesto a disposición de la causa. Nada menos que los centros de I+D+i de ArcelorMittal, el de ThyssenKrupp y el centro tecnológico de Idonial, bajo la coordinación del Gobierno regional, confirmando así también lo que se decía en este espacio sobre los gestores públicos, a los que hay que agradecer su continuado esfuerzo de estos días.

Como me dice Alberto Santos desde su refugio-despacho de La Barrera, desde donde trabaja como periodista de esta casa, mira tú por donde el ‘Modelo Avilés’ también va a ser clave en la ayuda para resolver este drama, destacando el papel de los centros de ArcelorMittal e Idonial en el Parque Tecnológico Isla de la Innovación, aparte de esa otra máquina tractora de la innovación que es ThyssenKrupp, ésta con sede en Gijón.

La solidaridad ha llegado y seguramente, en el nuevo mundo que va a surgir tras esta tragedia, lo hará para quedarse. Habrá que suponer que los responsables políticos, los de ahora y los que estén por venir, estén tomando nota.

Viajo estos días mucho a Estados Unidos, con los periódicos como guías, y observo que allí, como aquí, se hacen preguntas sobre las raíces del problema que nos está arrollando a todos. Allí la dicotomía es clara: China contra Estados Unidos y Estados Unidos contra China. Cualquiera que abra un periódico en esas fechas se encontrará con versiones hasta para regalar. Nada nuevo: fuiste tú; no, fuiste tú. Una prolongación -¿o directamente un efecto?- de la guerra abierta que mantienen los dos países por hacerse con el liderazgo mundial en todos los órdenes, no solo el tecnológico.

Es curioso observar cómo la prensa importante como The Washington Post o The New York Times deben enfrentarse a diario con ‘Anomalía Trump’. Leer lo que sucede en sus ruedas de prensa, en donde abiertamente insulta a los periodistas que le preguntan cosas concretas sobre la pandemia, es sencillamente alucinante. ¡El presidente de la primera potencia mundial!

El problema de ‘Anomalía Trump’ es que hace diez días dijo que esto era una simple gripe -¿les suena de algo aquí?-, para más tarde señalar, ante la evidencia de que ya hay ciudades enteras confinadas, que “esto es algo que nadie esperaba”.

Con el desparpajo que le acompaña siempre, vuelve a mentir a sus ciudadanos y queda en evidencia cuando el New York Times desvela que este tipo de pandemias ya empezaron a estudiarse y a tenerse en cuenta en tiempos de la Administración Bush y que posteriormente Obama ordenó profundizar en ese asunto. Cuando Trump llegó a la Casa Blanca simplemente mandó parar. Pero es que ahora también se sabe que en el mes de febrero fue avisado formalmente por su equipo de que el coronavirus podía ser tan devastador como la epidemia de 1918 en la que murieron millones y millones de personas.

Pese a su intento de desviar la atención, un fotógrafo del Washinton Post consiguió hace unos días un documento demoledor sobre su estrategia, cuando logró fotografiar uno de los folios de su discurso, en el que, de su puño y letra, escribió ‘virus chino’ encima del escrito original, que ponía Covid 19. La foto se llevó a la portada del periódico, claro.

Mientras tanto, ¡viva la prensa y viva el periodismo hecho por profesionales!

Por lo demás, todo en orden un día más. En este domicilio mío de dos habitantes hubo hoy un momento de disensión: saber a dónde íbamos a tomar el vermut, que para eso es domingo. Al final, en vista de que las distancias no eran insalvables, nos decidimos por la ventana que da al sur para aprovechar el sol y la buena temperatura, respirar hondo y alejar cualquier pensamiento negativo.

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

 

 

 

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo