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José María Urbano

Diario de un confinamiento

La miseria humana

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 10. 

23 de marzo 2020

 

No nos lo ponen fácil, la verdad. Estamos viviendo, la inmensa mayoría, la mayor tragedia de nuestras vidas a nivel colectivo y a día de hoy todavía tenemos que abrirnos paso para espantar a esa minoría de miserables que siempre están ahí y que desgraciadamente siempre seguirán estando ahí, salvo cataclismo global tras la finalización de esta pandemia.

Leo, como todo el mundo, que el Ejército ha denunciado la aparición de cadáveres en residencias de mayores cuando han acudido a ellas para desinfectarlas. ¿Cabe un átomo más de miseria en un ser humano para el que una persona mayor, un anciano, es simplemente un elemento más de su negocio y de su cuenta de resultados?

Es difícil escribir un diario que tiene como objetivo fundamental lanzar mensajes de ánimo a las personas que lean estas líneas cuando te vas encontrando, cada día, con historias truculentas como ésta. O cuando te tienen que avisar de que tengas cuidado con los hackers, con los correos con virus, con las estafas en domicilios de personas mayores… Y lo que no sabremos.

Y entre las cosas que no sabremos, porque de eso el ciudadano normal, es decir, la inmensa mayoría, no nos enteramos de nada, lo que ocurrirá entre bambalinas en el mundo de la política y en el mundo económico. Por eso el papel de la prensa, la de verdad, la de los profesionales, es más necesaria que nunca en una sociedad moderna y democrática. Aunque, tampoco seamos ingenuos, hay determinada “prensa” que también aprovecha para ir a lo suyo, a lo de siempre, tergiversando, manipulando, fieles a sus consignas. Su objetivo siempre es el mismo, con pandemia y sin ella.

A los políticos en general –e insisto en discernir en este momento los que son gestores políticos de los demás, con especial relevancia para los más cercanos, los responsables municipales, que son los que están más encima de las personas- hay que aplicarles un dicho que yo escuchaba en los tiempos del club juvenil de La Luz cuando amigos míos jugaban al mus y ante cualquier injerencia fuera de los cuatro de la mesa, tenían un dicho que me parece que es habitual en ese juego de mesa: “Los de fuera dan tabaco”.

Este Gobierno tiene un presidente que con el decreto de alarma es el máximo responsable de la gestión de esta pandemia en el país; y junto a él hay cuatro ministros que son la “autoridad competente”: los de Sanidad, Interior, Defensa y Transportes. Por debajo, los presidentes de las comunidades autónomas, todas, las de primera división y las de segunda, entre las que estamos nosotros los asturianos. El resto del amplio universo político de este país, al que pagamos todos de forma extra generosa, por favor, que “den tabaco”.

¿Quiere eso decir que esta “autoridad competente” no puede ser criticada? Por supuesto que sí. Incluso si su gestión se demostrara que es un disparate o que está fuera de control, hay resortes políticos sobrados para exigir un cambio de rumbo e incluso su censura. Yo adelanto una crítica: un presidente del Gobierno se dirige al país por televisión cuando tiene que anunciar algo muy importante. Hacerlo dos veces en el plazo de 24-48 horas como ha hecho Pedro Sánchez para hacer un balance de situación, es más que cuestionable, sobre todo pensando que ya lo hacen los ministros ‘competentes’ cada día. Y encima comparece con un formato de rueda de prensa en la que las preguntas de los periodistas las decide -¿las controla?- el responsable de Comunicación de La Moncloa.

En un viaje de estos días por Estados Unidos, aunque no sea un consuelo, me encuentro con uno de los debates políticos del momento de la Administración ‘Anomalía Trump’. Y me sirve para constatar que la miseria humana no sabe de pasaportes. Resulta que en este momento se investiga al senador Richard Burr, nada menos que el Jefe de Inteligencia del Senado, que durante los meses de enero y febrero fue recibiendo informes diarios sobre el coronavirus que se dirigía irremediablemente hacia Estados Unidos. Pues bien, se ha descubierto que a mediados de febrero vendió acciones entre 600.000 dólares y 1,7 millones de dólares en participaciones que esta celebridad tenía en sectores críticos como el del turismo y viajes, que han sido los más afectados por la crisis.

Pero no está solo. La senadora Kelly Loeffler, miembro del Comité de Salud del Senado, vendió también acciones aprovechándose de los informes que iban llegando a ese comité en las últimas semanas. Esta señora está casada con el presidente de la Bolsa de Nueva York, formando uno de los matrimonios más ricos de Estados Unidos.

¿Sólo habrá pasado esto en Estados Unidos? Al menos en ese país han salido a la luz estos dos casos de gente relevante. Con la prensa como gran soporte de la denuncia.

En fin, esto es duro, pero hay que levantar la moral como sea, sin perder nunca el respeto, el recuerdo y la solidaridad con todas esas familias que lloran sus muertos o que siguen a la espera de la evolución de sus familiares ingresados en los centros hospitalarios.

Y para levantar la moral, nada como comprobar que los ayuntamientos siguen estando ahí, pendientes de los más débiles, como se dio a conocer ayer desde el de Avilés. Constatar la impresionante disposición de todos los miembros de las plantillas del los centros de I+D+i de ArcelorMittal de Avilés, los de Idonial y los de ThyssenKrupp, volcados en exclusiva en buscar soluciones para la atención médica. Como los de tantas otras empresas.

Y con una mención especial para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y policías locales. Hay un vídeo que ya se ha hecho viral sobre un policía local de Noreña, que se plantó con su coche en una plaza de la localidad y dio dos noticias, una mala y otra buena. La mala, “que mañana va a llover”. (Descojono general del vecindario desde sus viviendas). La buena, que “tendremos otras dos semanas para seguir haciéndolo tan bien como hasta ahora”. Y terminó dirigiéndose a los críos, a los que leyó un mensaje de Pikacho. Otro héroe.

Como lo son los policías locales de Corvera, que recorren las calles del concejo con música desde sus coches y animando a los vecinos con un ‘Venga, lo vamos a conseguir entre todos’.

O con la fila de coches de Policía Nacional, Policía Local y un par de ambulancias que han bajado después del aplauso de las ocho de esta tarde desde el Hospital San Agustín y han recibido el aplauso y los gritos de agradecimiento de todos los vecinos a su paso por las calles del centro, que han prolongado así si salida a las ventanas.

Esto es lo que merece la pena. Esto es lo que nos tiene que levantar la moral.

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

 

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo