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José María Urbano

Diario de un confinamiento

Lo que no se perdona

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 18. 

31 de marzo 2020

 

A la hora de escribir el diario de hoy (diario personal de un periodista jubilado, solo eso), la pandemia del coronavirus suma en nuestro país 8.189 fallecidos, 94.417 afectados y 19.259 recuperados (datos de El Comercio-La Voz de Avilés, es decir, datos serios de una fuente seria, de un periódico serio, de un grupo de comunicación serio). Datos internos de la mayor tragedia desde la II Guerra Mundial que afecta a todo el mundo, sin distinción de ricos y pobres. Y mientras, millones de personas llevamos confinados en nuestras casas desde hace dieciocho días, cumpliendo a rajatabla, hasta el extremo, las indicaciones del Gobierno democrático de este país, que es el que tiene el derecho y la obligación de estar al frente de este horror y tratar de salvaguardar las vidas humanas en primer lugar y los intereses generales del país.

Admito mi desconocimiento general para analizar cada una de las medidas que se están tomando. Para eso ya están los técnicos y los ‘premiosnobel’. Si algo estamos observando estos días es que nos enfrentamos a una pandemia que está obligando a rectificar hora a hora hasta en las percepciones. Nos escandalizamos, con razón, del ‘timo’ de las mascarillas chinas, pensando que una vez más éramos el país de la chapuza y resulta que en 48 horas gente tan ‘avanzada’ y tan ‘seria’ como los holandeses o los belgas sufrieron idéntico timo. Por no hablar de esa primera potencia mundial, Estados Unidos, en donde esa ‘anomalía’ de presidente que pregonaba que el día 12, con la Pascua, “todos a la calle de cañas”, se ha tenido que replegar cuando –a la fuerza ahorcan–, los datos de técnicos expertos como Anthony Fauci pueden cumplirse y la cifra de muertos puede elevarse a los 200.000. En cualquier caso, y conociendo al personaje, a Trump le seguirá importando seguramente mucho más la economía, que es lo que les preocupa a los multimillonarios de su país, y la suerte que él pueda correr en las próximas elecciones.

Volviendo a lo nuestro, a este Gobierno hay que decirle, insistirle, en vista de que no aprende de sus propios errores, que en este momento si hay algo que nos espanta a los ciudadanos es comprobar que al frente del Ejecutivo haya gente que no sabe, y lo que es peor, que no esté rodeado de expertos, los famosos técnicos de la Administración –esa casta inamovible para todo– que eviten caer en un ridículo y en una sensación de improvisación como la que hemos visto desde el sábado con el famoso decreto de hibernación de la economía. ¿A este Gobierno no le vale ni una idea del PP, del PNV, de las autonomías?

Si algo sabemos en el Principado de Asturias es de industria, de la industria manufacturera, de las cadenas de valor, de la exportación, de los contratos internacionales, de que un horno alto no se para como quien apaga la lámpara del cuarto de estar de su casa porque le refleja en la televisión y le molesta. Si algo sabemos en el Principado es que sin industria se nos viene todo el sistema abajo. Por eso, asistir al ridículo de la Ministra de Trabajo informándonos el sábado por la noche de un decreto que ni ella misma era capaz de descifrar es sencillamente desmoralizador. Desmoralizador sobre todo para los que nos negamos a entrar en esa pelea partidista diaria (Vox ha pedido ya la intervención del Ejército) y tratamos de no envenenar un ambiente que es desolador desde el mismo momento en que todos, de una forma o de otra, somos víctimas de una tragedia que ni esperábamos, ni comprendemos, ni sabemos cómo atajar. Pero de la misma forma que nos sorprendemos con la postura y los mensajes  de alguna oposición, quisiéramos que el presidente del Gobierno nos dijera qué piensa cuando su vicepresidente amenaza en twitter –sí, en twiter, como Trump o como Maduro– con medidas que hablan, entre líneas, de confiscaciones y nacionalizaciones de empresas. ¿Qué dice Pedro Sánchez?

Puedo asegurar –asegurar, no suponer–  que el presidente del Principado, Adrián Barbón, ha sido clave para que ese decreto se modificase y se asegurase la continuidad de la industria asturiana. Es de justicia decirlo públicamente.

Por si a algún político se la ha olvidado, que recuerde todos estos días que los ciudadanos seguimos tomando nota. De ellos y de alguna otra organización complaciente para salvarle la cara a quien está demostrando que es falso que cualquiera pueda ser ministro, vicepresidente o presidente. Políticos que están en el Gobierno y en la oposición. Políticos de todo el país que están atechados cómodamente amparados en sus excelentes sueldos que les llegan puntuales por no hacer nada. ¡En Asturias renunciaron a las dietas por viajes en estos días en que el Parlamento permanece prácticamente cerrado! ¡Emocionante!

Lo peor de todo esto, con todo, es que hoy martes los datos rompen la buena tendencia de días anteriores, pero sigue  habiendo expertos que nos dicen que las medidas de confinamiento van a dar resultados de forma efectiva. Seguro que va a ser así.

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

 

 

 

 

 

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo