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José María Urbano

Diario de un confinamiento

De Teresa Ribera a Bill Gates

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 20. 

2 de abril 2020

Hay 2,9 millones de personas en este país con más de 80 años. Hace 81 que finalizó la Guerra Civil –alguno lo celebró el día 1, miércoles, inundando sus grupos de wasap con fotitas de Franco–, lo que quiere decir que hay 44 millones de personas que no vivimos aquella tragedia y por lo tanto es la primera vez que nos enfrentamos a una situación trágica como la que estamos viviendo con la pandemia del coronavirus.

Todo es nuevo para casi todos, empezando por el miedo, la angustia, la incertidumbre de lo que puede pasar de aquí a las diez de la noche. Por eso es tan importante apelar a la serenidad, a no colaborar con crispar aún más el ambiente, sin que eso signifique que todos debamos estar mudos y no tengamos derecho a expresar cualquier crítica que se haga de forma razonable, con datos serios, sin caer en la histeria que exhiben algunos y algunas (en Avilés sigue alguna ‘juanalaloca’ prometiendo ‘sangre’ cuando todo esto pase y se encargue ella de ajusticiar al Gobierno). Y ya no hablo de los insultos, a los que algunos le están cogiendo el gusto. En fin, cada uno se retrata como quiere, pero sí convendría que no olvidaran sus comportamientos de este tiempo de cara al futuro.

Hago esta introducción para destacar la importancia que tienen los mensajes de nuestros políticos, sobre todo de los que están trabajando por sacar adelante esta situación. De los otros, de muchos de los otros, no merece la pena hablar, sólo apuntar. Alguno solo merece el desprecio más absoluto, igual que se desprecia a la carroña.

Yendo a lo concreto. No es de recibo el comportamiento, su insistencia, de la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que sigue a su rollo. Es infumable que una ministra, que ahora exige tratamiento de vicepresidenta cuando se le pide audiencia, esté en este momento más preocupada por algunos aspectos concretos del cambio climático que por la gravísima crisis que atraviesa sanitaria, emocional y económicamente este país. Bueno, un planeta entero que no sabe cómo afrontar esta pandemia.

El ministerio de Teresa Ribera sacaba a la luz el pasado día 26 una nota de prensa para mostrar su preocupación por “cómo afectaría el coronavirus a los grandes simios”. Una ‘extraordinaria’ reflexión justo el mismo día en que España sumaba 3.434 muertos y se situaba por encima de China en el número de fallecimientos, aunque sean datos de China, que no se los cree nadie. Su ministerio, su gente, se refería así a un reportaje publicado por The Guardian sobre el futuro de los monos. Sin comentarios.

Ya unos días antes, la señora vicepresidenta cuarta había tuiteado que un pueblo de Extremadura había alcanzado los 30 grados en el mes de febrero-marzo y que por lo tanto nos avisaba a todos de la emergencia climática.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha comunicado en las últimas horas que la cumbre  sobre el cambio climático que se iba a celebrar en Glasgow, el COP 26, previsto para el mes de noviembre próximo ha quedado aplazada para 2021. Vamos a ver si este aplazamiento sirve para que la señora vicepresidenta cuarta demuestre  a partir de ahora un poco más de sensibilidad con los ciudadanos, los enfermos y los sanos, y a ser posible un poquito más que el que ha exhibido con respecto a los simios.

Mientras tanto, uno celebra que el Gobierno regional de Adrián Barbón haya remitido a ese mismo Ministerio de Transición Ecológica un documento con más de cincuenta observaciones al borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, en las que el Ejecutivo autonómico reclama al Gobierno de España que el documento recoja las singularidades del tejido económico y social de Asturias, dadas las características especiales de aspectos claves como la industria y la energía. A falta de conocer ese documento de observaciones, es sin duda una buena noticia su sola presentación y el enunciado general.

Lo mismo que uno celebra que la Federación de Industria de UGT se haya dirigido a la Ministra de Industria para pedir una reunión urgente para preparar un plan de reactivación de la actual industria de España, entre otras cosas porque esa actividad no se ha parado de forma total en muchos países, como algunos han pretendido hacer aquí.

El parón total anunciado por una Ministra de Trabajo que en menos de dos horas tuvo que pedir perdón el pasado sábado por su propia inconsistencia no es defendible bajo ningún concepto, tenga el carné que tenga, político o  sindical. Toda la industria, la gran industria, está trabajando a mínimos, con lo cual se cumple el primer objetivo de alcanzar el mayor confinamiento posible de la población, pero también el segundo de tratar de preservar en lo que se pueda el pulmón de la economía de este país. Y nada digamos de Asturias. Por múltiples razones de Estado y de las propias empresas y su futuro, salvo que alguno se empeñe en creer que con una ayuda de 438 euros se va a conseguir algo más que la bolsa de comida de Venezuela.

A los que defienden a la Ministra de Trabajo, que no sólo están pidiendo el cierre total, sino que en algunos casos se ha sabido ya de presiones intolerables, hay que decirles que esto no es una pelea de egos. Está en juego el futuro de una nación entera.

Por eso son tan importantes las formas y los mensajes. Cuando Pablo Iglesias acude a twitter, ese refugio infumable de unos políticos que tienen a su alcance todos los medios de comunicación serios que se propongan, públicos y privados, y lanzó entre líneas una advertencia sobre posibles confiscaciones y nacionalizaciones de empresas, perdió una extraordinaria oportunidad de hacer pedagogía y explicarle al país entero que habrá que tomar medidas posiblemente en muy poco tiempo para salvar el tejido industrial de esta nación.

Y hubiese hecho una gran bien a todo el mundo, a los ciudadanos, pero también a los empresarios, si hubiese dicho que en una situación como ésta es posible que el Estado tenga que entrar temporalmente en el accionariado de alguna empresa para rescatarla de un posible cierre. Una fórmula que no es nueva, que aplican países como Francia con bastante naturalidad –ahí está el ejemplo de Renault-, o que Alemania estudia ya en este momento. Pero ¿qué tiene que ver eso con hablar de confiscación? Una prueba más de la responsabilidad de nuestros políticos a la hora de informar y tranquilizar, no asustar ni irritar.

Precisamente un modelo de comportamiento en esta pandemia lo vuelve a dar en el mundo Bill Gates, el fundador de Microsoft y copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates. En Estados Unidos están ya mucho peor que en España, no sólo en el número de afectados sino en la previsión que hay a muy, muy corto plazo. Y lo mismo se puede decir de la economía. Resulta que esa anomalía que tienen de presidente no sólo ha demostrado su imprevisión, sino que ahora le toca desempeñar el papel de embustero y cobarde. Él nunca se lo tomó a broma, el nunca dijo que “todos a la calle el día 12”, el jamás señaló que esto era “una simple gripe”. No, ahora resulta que tiene que salvar a las empresas y a los ciudadanos. Hasta poner en marcha ayudas para los alquileres de vivienda. Qué curioso, detrás del Gobierno de España en este sentido, como en tantas otras cosas en esta pandemia.

Pues bien, Bill Gates, a quien no se hizo caso en 2015 cuando habló abiertamente del peligro de una epidemia global como la de ahora, acaba de decir cosas como ésta, según recoge The Washington Post: “No hay duda que Estados Unidos perdió la oportunidad de adelantarse al coronavirus”. Pero, declara, no es tarde para tomar decisiones y a continuación las señala. Primer paso, tener un enfoque nacional para confinar al país, “hasta que eso empiece a bajar, dentro de diez semanas o más”. Segundo, intensificar las pruebas. En Nueva York se están haciendo 20.000 al día, pero el propio Gates indica que la Red de Evaluación del Coronavirus de Seattle permite a los pacientes tomar una muestra ellos mismos sin exponer a los trabajadores de la salud. “Aún así, la demanda excederá la oferta por algún tiempo; la acumulación de muestras ofrece resultados a los siete días, pero las necesitamos en 24 horas”. Y finalmente, una petición: “Los políticos pueden ayudar a no alimentar rumores o a evitar el pánico”, en clara referencia a Trump, que en su día habló de la hidroxicloroquina antes de que fuera aprobada como tratamiento de emergencia, lo que provocó que los ciudadanos empezaran a comprarla de forma desaforada. Y ahora resulta que los enfermos de lupus la necesitan para sobrevivir y hay dificultades para encontrarla.

Palabra de Bill Gates.

En fin, la vida es bella también cuando uno encuentra y disfruta de la versión que hacen dos hermanos franceses, Isaac y Nora, animados por su padre, un músico coreano, del bolero  cubano ‘Veinte años’. Éste es es el enlace.

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo