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José María Urbano

Diario de un confinamiento

Asturias da ejemplo

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 21. 

3 de abril 2020

 

Tres semanas de confinamiento en casa a rajatabla, tres salidas a bajar a llevar la basura al contenedor más cercano, a la farmacia y a una compra. Todo lo demás, a través de los servicios online. Sin ningún dramatismo y sin medallas que ponerse, simplemente cumpliendo lo que nos han pedido y no solo el Gobierno, que también, sino, y sobre todo, los profesionales de la sanidad. “Si nos queréis ayudar, quedaros en casa”, fue su mensaje desde el primer día.

Y a partir de ese momento entendimos que cada uno de nosotros, cumpliendo a rajatabla ese confinamiento, formamos parte de la solución, de que haya menos contagiados, menos fallecimientos y de que esta pesadilla termine cuanto antes.

Por eso, me dicen que este mediodía una cadena de televisión nacional ofreció imágenes de gente de Madrid saliendo con sus coches de fin de semana y uno no sabe cómo reaccionaría si tuviera delante a uno de estos descerebrados… y algo más. ¡21 días después! Y con Madrid como el principal foco de esta pandemia. Hablo con amigos de la capital y me insisten en que la economía sumergida en los bajos de calles enteras de algunos barrios sigue funcionando con absoluta normalidad, sin que nadie ponga coto a esto. Una economía sumergida  de talleres de todo tipo que lleva años funcionando sin que nadie, ni alcaldía ni comunidad,  haya metido mano en esa cuestión. ¿Tiene bula Madrid? Alguien debería contestar a esta pregunta.

Cuando observamos los datos esperanzadores que se están produciendo en Asturias se demuestra que hay una conjunción de factores que ayudan a que empecemos a ver algo de luz al final de este túnel tenebroso. Un buen sistema de sanidad –aquí afortunadamente se mantuvo bastante bien el entramado sanitario pese al empobrecimiento general de la región y del país  y ahora alguien debería acordarse de Javier Fernández, que como presidente del Principado quiso atender por encima de todo, dada la precariedad presupuestaria, el mantenimiento de los servicios esenciales de la sociedad asturiana-, un buen sistema, decía, unido a la adopción de medidas de forma rápida por parte del actual Ejecutivo y de los ayuntamientos, y finalmente una ciudadanía que a diario está dando lecciones a todo el país por su comportamiento general. (Ojo, sin que esto quiera decir que en las próximas horas no nos ofrezcan datos que nos hagan retroceder de nuevo en los números que nos hacen tener ahora mismo un cierto optimismo).

Con un país cerrado prácticamente, con una economía en suspenso, supongo que a nadie le habrá sorprendido el dato del desempleo en el mes de marzo en España: 800.000 afiliados menos a la Seguridad Social y 300.000 personas más en la cola del paro. El problema no es tanto la constatación de este desastre como las dudas sobre cómo y cuándo se va a producir la recuperación cuando empecemos a dejar atrás esta pandemia.

Si algo está quedando claro estos días a nivel planetario es que esta tragedia que afecta a todo el mundo sólo tendrá una salida más o menos adecuada si las soluciones son globales. De ahí que habrá que confiar en que ese nuevo orden mundial sirva para que todos los países salgan lo menos dañados posibles. Y en ese momento habrá que comprobar si vuelve la multilateralidad o si por el contrario vamos a seguir la misma senda marcada por un ególatra y un insensato como Donald Trump, causante principal del actual estado de cosas en cuanto al desastre de la economía mundial si nos fijamos en la ruptura incuestionable de las normas y hasta de los organismos que hasta su llegada se habían respetado por parte de todo el mundo: la Organización Mundial del Comercio, sin ir más lejos. Por no hablar de las consecuencias de su America first y la guerra comercial entablada con China. (Y no echemos a volar la imaginación para tratar de buscar los orígenes del coronavirus).

Desgraciadamente, la pandemia está arrasando el empleo en todo el mundo. Los Estados Unidos suman en dos semanas la pérdida de casi 10 millones de puestos de trabajo. Francia, 3,9 millones de forma parcial. Ningún consuelo, pero que no piensen los ‘premiosnobel’ que esto sólo pasa en España, en ese intento de desacreditar como sea todo lo que haga este Gobierno.

Mejor lo tenemos en otros aspectos. Aquí, pese a lo que digan algunos de esos ‘premiosnobel’ y aprovechados de la política, formamos parte de un país serio. Tan serio que hasta los que hacen algo también se equivocan, como en todas partes. Anthony Fauci, el principal experto estadounidense sobre enfermedades infecciosas, lo ha vuelto a repetir: “Estamos en guerra”.

En cualquier caso nada que ver en nuestro estado de cosas con lo que observamos en otros sitios, lejanos y cercanos. En Australia, por ejemplo, hay amenazas de cárcel por tomar un café fuera del confinamiento. En Filipinas, su presidente, Rodrigo Daterte, ordena a su policía disparar a matar a cualquiera que plantee algún problema saltándose las normas. En Bielorrusia, su presidente se mofa de la enfermedad y tiene claros los remedios, según ha trasladado a la población: cocinar al vapor, ir a la sauna y tomar vodka. En Turkmenistán, también su presidente ha encontrado la ‘vacuna’: quemar harmala, una planta de la que buscas alguna referencia en internet y la primera opción que te sale es la de una página de Siria que te pregunta si eres mayor de edad porque proporciona información sobre el cannabis y sus productos. Mucho más aseado es el presidente de Tayikistán (como se ve, todos los negacionistas están en la órbita de Rusia), que pronunció un discurso en un festival de jóvenes y les dijo que no se preocuparan porque la gente del país es muy limpia.

Como se ve, hay para regalar. Aunque, bien mirado tampoco debería sorprendernos viendo la cantidad de barbaridades que han pronunciado personalidades tan ‘relevantes’ como Trump, Boris Jhonson o Bolsonaro hasta que se dieron cuenta que el coronavirus no hace distinciones ni con los patanes.

Hace buen tiempo, llevamos 21 días confinados, mañana es sábado y seguimos llorando por nuestros muertos y nuestros enfermos, pero no queda otra que mantenerse fuertes y unidos.

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

 

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo