Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa
Día 27.
9 de abril 2020
“Ignorar es responder con inteligencia. Nunca discutas con un idiota, te arrastrará a su nivel y te ganará con la experiencia”. Ayer vi una buena parte del debate del Congreso de los Diputados. Cada vez está más claro quién es quién en una epidemia global con unas consecuencias como no se habían visto desde la II Guerra Mundial. Quiero ser coherente con el mensaje del primer día de este Diario de un confinamiento: tiempo habrá para el análisis, ahora lo importante son otras cosas, por ejemplo, la de no crispar a la sociedad, al contrario, animarla y enviar mensajes de ánimo para que todo el mundo, desde los héroes conocidos a los ciudadanos en general, nos sintamos orgullosos del esfuerzo que estamos haciendo todos para salir cuanto antes de esta tragedia.
Se habla mucho estos días de la importancia de los técnicos, de los expertos. Incluso alguno ha llegado a proponer un Gobierno de tecnócratas para llevar las riendas del país en este momento, junto al Ejército, eso sí, que ya sabemos todos que para algunos eso siempre da un plus de seguridad, sobre todo para los que van con pistola en el bolsillo. O van a exhibiciones de tiro al blanco y las graban en vídeo para que se vea que siempre tienen el arma a punto. Otros se conforman con medidas tan contundentes contra el virus como declarar unos días de luto oficial, mantener las banderas a media asta y de paso… bajar los impuestos. Si cuela…
Me pasan los datos de la última estadística conocida, la de 2018, sobre los gastos en Sanidad por parte de las comunidades autónomas, tanto en el porcentaje sobre su presupuesto general como por la inversión por habitante. Y constato, sin ninguna sorpresa por cierto, que Asturias es la primera comunidad autónoma que más dinero dedica de su presupuesto a la sanidad: el 40,26 por ciento. Y es la segunda tras el País Vasco en inversión por habitante: 1.634 euros.
Cuando uno ve estas y otras cifras se da cuenta de que los políticos son siempre necesarios porque este tipo de políticas jamás las impulsaría un grupo de tecnócratas, que en base al análisis de costes decidirían sin ningún lugar a dudas invertir en ‘otras cosas’.
Ahora que nos acordamos de Santa Bárbara porque está tronando es cuando debemos valorar el esfuerzo realizado por una clase política en esta región que supo diseñar un mapa sanitario que puede servir de ejemplo a nivel nacional. Con un millón de habitantes, una comunidad uniprovincial como la nuestra puede presumir de tener un hospital a disposición de todos sus habitantes a una distancia de entre 30-40 minutos, viva donde viva.
El diseño que sigue rigiendo en la actualidad, puesto en marcha prácticamente desde el primer momento de los gobiernos socialistas de Pedro de Silva, con Juan Luis Rodríguez Vigil como gran inspirador, mantenido luego por los sucesivos presidentes como Vicente Álvarez Areces, a quien se debe la construcción del HUCA, en contra de la oposición del PP y otros, y convertido hoy en uno de los mejores hospitales de España, nos permite, ese diseño, decía, disponer de una red que para sí quisieran la mayor parte de las comunidades autónomas de este país, todas ellas, por cierto, teniendo asumido el cien por cien de las transferencias en esta materia muchos años antes de que apareciera este virus.
Hablamos de esto: Asturias cuenta con 14 hospitales, entre públicos y concertados. Citemos los públicos, más que nada por comprobar la situación geográfica: HUCA, Oviedo; Cabueñes, Gijón; San Agustín, Avilés; Valle del Nalón, Langreo; Álvarez Buylla, Mieres; Grande Covián, Arriondas; Jarrio, Navia; Carmen y Severo Ochoa, Cangas del Narcea. A ellos habría que añadir el Instituto Nacional de Silicosis, Jove, Hospital Avilés, Sanatorio Adaro, Hospital Cruz Roja y Monte Naranco.
Pero además, Asturias cuenta con una red de Atención Primaria formada por 84 centros de salud; 3 ambulatorios; 31 centros de salud mental, 60 consultorios médicos y un laboratorio de salud pública. Y añadamos los centros de la red de geriátricos.
Eso lo diseña y lo realiza la política, los políticos, no los tecnócratas, y lo hace además con criterios de equidad y gratuidad, sin dejar a nadie tirado. La sanidad norteamericana, por ejemplo, sigue basada en la capacidad de ahorro de cada ciudadano. Millones de personas pueden verse abocados al desastre de sus vidas para poder afrontar una intervención quirúrgica normal.
Por eso causa perplejidad y otras cosas escuchar ahora a algunos políticos de la derecha que han permitido en los últimos años el desmantelamiento progresivo de la sanidad pública allí donde han gobernado. Por otro lado, actitudes fascistas como las de “no atender a los que no tengan papeles” es mejor despreciarlas e ignorarlas.
Cuando esto acabe será el momento de analizar cuáles son las comunidades que más problemas están teniendo en cuanto al número de contagiados y fallecidos por el coronavirus. Digno de estudio.
Por lo demás, Jueves Santo, vacaciones en casa, que también tiene su aquel, y noticias que nos permiten algo de optimismo en días en que a veces es difícil imponerte a esta sensación de película de ciencia ficción que estamos protagonizando todos. Como si fuera un mal sueño del que vamos a despertar mañana mismo.
Ánimo.
Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa