Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa
Día 29.
11 de abril 2020
Iba a hablar hoy de las patatas, en vista de las reacciones de los defensores de la patata asturiana tras el pasado artículo de ‘Pommes frites’, buscando relajar todo lo posible el ambiente de cara a la lectura más posada del domingo (aunque ahora todos los días son domingos o lunes o jueves desde hace 29 días), cuando recibo un ‘regalo’ de un amigo con el que hace mucho tiempo que no comparto alguna experiencia, aunque sé de su vida y me alegro siempre de su carrera profesional cada vez que le veo en plena acción.
Luis Miguel Rebustiello, Rebus para los amigos, redactor jefe de La Voz de Asturias cuando coincidimos en una época profesional, me escribe y me dice: ‘Mira lo que he encontrado’. Y me adjunta una fotografía que no conocía y que me deja ‘frito’. Se trata de un momento de la audiencia que Fidel Castro concedió al entonces presidente del Principado, Antonio Trevín, en el Palacio de la Revolución, a la que dejaron asistir a los periodistas asturianos que cubrimos aquel viaje institucional. Rebustiello era uno de ellos. Y ahí aparezco yo, con camisa blanca, sin corbata (nos dieron cinco minutos para salir de la habitación del Hotel Nacional para coger el autobús que nos iba a llevar al edificio más importante de los existentes en La Habana), al lado del Comandante, con su inconfundible traje verde oliva, departiendo con Antonio Trevín y con Eugenio Carbajal, presidente en aquel momento de la Junta General del Principado.
En mi libro ‘La Larga Marcha de la Siderurgia’ hice un relato de ese acto para recordar el momento en que Fidel Castro no tuvo por menos que lanzar una muy sonora carcajada cuando Antonio Trevín le explicó que Asturias estaba pasando por una reconversión siderúrgica muy dura (Plan de competitividad de 1992) y cómo, afortunadamente, las prejubilaciones permitían una salida no traumática a los trabajadores. (¡Cuántas familias enteras, padres, hijos y nietos han vivido en esta región de aquellas prejubilaciones!). El comandante llamó entonces a uno de sus ministros –creo que era Carlos Lage, vicepresidente y ministro de Economía, para muchos su delfín en aquel momento y más tarde caído en desgracia- y le dijo: “Mira lo que me dicen, que los trabajadores españoles se van a casa sin empleo y que el Estado les paga el sueldo igual”. Y no paraba de reír. Puro Fidel.
Pie de foto: Fidel Castro conversa con Antronio Trevín y con Eugenio Carbajal en el Palacio de la Revolución, en La Habana. Noviembre de 1994. De frente, con camisa blanca, el autor de este blog.
Esta fotografía, que confieso que me ha hecho una ilusión tremenda, me suscita al menos dos reflexiones.
Primera. Veo en ella a Eugenio Carbajal, en el centro, que había hecho aquel viaje como presidente de la Junta. Y en Carbajal veo hoy el ejemplo del político que todos añoramos y que, comparado con el panorama de hoy, se nos presenta como un modelo que empequeñece aún más el paupérrimo nivel que observamos en la política actual, aunque, ojo, todavía hay clases.
Eugenio Carbajal (Mieres, 1941-Oviedo, 2002) fue minero en el Pozo Tres Amigos, Perito de la Escuela de Mieres, Licenciado en Derecho, afiliado del SOMA-FIA-UGT, y del Partido Socialista Obrero Español, presidió el entre preautonómico de la Junta General del Principado, alcalde de Mieres, nuevamente diputado regional y presidente de la Junta General del Principado, momento al que pertenece esta imagen.
Segunda. Esta fotografía fue tomada en el mes de noviembre de 1994, es decir, hace 26 años. Se la envié por la mañana a algunos amigos para decirles: ‘Os voy a dar un poco de envidia’. Y entonces pensé: este encierro me está ‘jodiendo’ (con perdón) porque no hago más que hablar de recuerdos. Y entonces caigo en algo que hasta estos días no había interiorizado: que hasta para este puto virus ya soy una persona mayor por mucho que me rebele. Espero comentar esta extraña sensación -que ha irrumpido de golpe, de forma tan abrupta-, en la última entrada a este blog, que será el día que todos salgamos a la calle, sanos, para celebrarlo. Y espero que sea muy rápido.
Mientras tanto, Rebus, disfrutaremos con el recuerdo de un viaje extraordinario en lo personal y en lo profesional y en el que nosotros disfrutamos y nos reímos, estoy seguro, mucho más y más a menudo que el Comandante.
Leo en ‘cuartopoder’ un artículo de Gemma Fanjul sobre el ‘Día Mundial del Párkinson’, que afecta a 160.000 personas en España y a más de siete millones en el mundo. Un texto original por la forma, con un extraordinario mensaje sobre la necesidad de que se conozca la realidad de esta enfermedad.
Gemma Fanjul es la responsable de comunicación y captación de fondos de la Federación Española de Párkinson, una asturiana más de la que nos tenemos que sentir orgullosos. De treinta años de edad, licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, se ha especializado en el campo de la acción humanitaria, derechos humanos, comunicación para el desarrollo y gestión de asociaciones sin ánimo de lucro, habiendo realizado diferentes voluntariados y conociendo realidades como las de Burkina Faso, Palestina, Honduras o México. Hoy se desempeña en la Federación Española de Párkinson. Otro lujo salido de Asturias.
En el aplauso de las ocho veo a mis vecinos cercanos un poco bajos. Esto empieza a hacerse largo y es normal que los estados de ánimo empiecen a parecerse a esa montaña rusa que sube y baja sin parar. Deberíamos quedarnos con la idea de que este sacrificio que se nos está exigiendo y que estamos aceptando de una forma heroica va a servir para salvar vidas. Solo con eso ya debería ser suficiente para levantar la moral y pensar que esto va a ir para largo, pero que al final lo vamos a conseguir.
Hoy bajé la basura a los contenedores -cien metros ida y vuelta-, debía hacer más de una semana que no pisaba la calle. Y bajé al garaje para ver si la batería del coche seguía viva. Todo en orden. Ascensor y vuelta a casa. Y el ritual que te pone de los nervios: cuidado con el botón del ascensor, no toques nada, abre el coche con un papel, la llave metida en agua con lejía, los tenis ‘restregados’ en una bayeta con lejía, toda la ropa a la lavadora a 60 grados y a la ducha de cabeza. El puto virus de los…
Ánimo.
Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa