Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa
Día 42.
24 de abril 2020
Empiezo a escribir el diario de hoy mucho antes que ayer, en vista de que no tengo ningún derecho a preocupar a mis amigos, que ayer y hoy mismo me preguntaban si me había pasado algo porque no veían en el blog el apunte diario, que suelo subir entre las siete y las ocho y media de la tarde.
Todos tenemos la sensibilidad a cien en estos tiempos de pandemia, así que comprobar que hay personas que se preocupan por uno, amigos y conocidos sin más, siempre es motivo de satisfacción. Constato que tengo más de un lector –eso para un periodista y para un escritor siempre es motivo de celebración– y compruebo, sobre todo, que en el fondo todos estamos unidos en este momento por las mismas penurias y las mismas incertidumbres, y a la vez todos ansiamos lo mismo: que salgamos de esto sin demasiados girones físicos y mentales.
Saben en mi casa que no ha habido necesidad de que llegara este virus para que yo ‘hablara’ solo con la televisión, jurara en arameo y me pusiera a veces histérico cada vez que el zapping involuntario me llevaba a toparme con algún personaje que me repele (voy a ser educado), pero hoy leo por ahí que uno de los tipos más conocidos en alguna televisión por sus ínfulas de ‘premionobel’ (siempre contra el Gobierno, of course) ha sido pillado ‘in fraganti’ cuando participaba en un directo con otro ser incalificable de nombre Javier Negre (‘periodista’ condenado en sentencia firme por haberse inventado en ‘El mundo’ una entrevista a una víctima de maltrato de un asesino) y resulta que cuando estaba perorando vaya usted a saber de qué, ha aparecido por detrás una chavala semidesnuda que no era su novia, novia por otra parte asidua de determinados platós con el curriculum impresionante de haber sido concursante de ‘Gran hermano’. Y claro, se ha liado. Le han puesto las imágenes a la novia ‘oficial’ y qué va a decir ella, que no conoce a la semidesnuda. Hasta Ana Rosa Quintana le ha sacado punta al tema, quién sabe si para disimular que ayer se cumplían veinte años de la publicación de su novela, aquella que se desveló que le había escrito un negro, que no se cortó un pelo y se dedicó al ‘corta y pega’ de páginas enteras de grandes pensadores y literatos. Lo contaron con la gracia habitual Buenafuente y cía en su programa Late Motiv, que es de lo poco que se salva en la actual programación televisiva.
Yo creo que tiene esto más gracia, por una vez, que los discursos de Casado, que lo mismo exhibe en el Congreso el estudio de un contable de Nueva Zelanda que pone a parir a España –vaya con el patriotismo-, que le hacen una foto en un cuarto de baño, frente al espejo, que al final uno no sabe si está meditando sobre si se lava las manos o, como corrió ayer por el éter, pensando que si el pan bimbo es cuadrado, porqué el chóped es redondo. Eso sí, con corbata negra. Aunque más cruel fue la siguiente versión en donde el reflejo de Casado en el espejo era Aznar. Escalofríos.
En fin, que agradezco a mis amigos y conocidos sus palabras de ánimo, que voy a seguir con el diario –lo siento por alguno– , que no tengo depresión, y que ya nos queda menos. Que los ciudadanos de este país, en general, somos ya los grandes triunfadores de esta pandemia simplemente con nuestro comportamiento y que nos merecemos por parte del Gobierno y de la oposición ser tratados como lo que somos, personas mayores y gente formada sin complejos, que a veces da la sensación de que somos ‘menos’ que ciudadanos tan ‘avanzados’ como los holandeses, los suecos y los alemanes.
Te tropiezas con Trump un día más –si yo fuera norteamericano la depresión sería ya de difícil curación– y lo que para él era un simple resfriado ‘y en Pascua todos de cañas a la calle’, resulta que ahora se puede curar con una inyección desinfectante y luz solar.
Y ante la disyuntiva de elegir entre Trump y Casado, mejor escuchar a gente que lleva años haciendo gala de su responsabilidad ante el mundo y fiarnos de lo que ellos nos dicen. Sin ir más lejos, Bill Gates, el fundador de Microsoft, uno de los hombres más ricos del planeta, que pasará a la historia como el filántropo que se dedicó a mejorar la vida de las personas. Gates sigue diciendo cosas como estas, tanto en sus colaboraciones en varios medios de comunicación como The Washington Pot, como en la página web de la Fundación Bill y Melinda Gates.
–Sobre el Covid 19. “La situación cambia todos los días, hay mucha información disponible, gran parte contradictoria, y puede ser difícil dar sentido a todas las propuestas e ideas que usted puede escuchar sobre el virus. También puede parecer que tenemos todos los avances científicos necesarios para reabrir la economía, pero en realidad no lo tenemos”.
-¿Se ha reaccionado de forma exagerada con los confinamientos de la población? “Es razonable que las personas pregunten si el cambio de comportamiento fue necesario. Abrumadoramente, la respuesta es sí. El cambio nos permitió evitar muchos millones de muertes y la sobrecarga extrema de los hospitales, lo que también habría aumentado las muertes por otras causas”.
-Precipitación en el desconfinamiento. “Algunas personas querrán que las restricciones se levanten más rápidamente y pueden optar por romper las reglas, lo que pondrá a todos en riesgo. Los líderes deben alentar el cumplimiento. Se necesitará mucha buena comunicación para que las personas entiendan cuáles son los riesgos y se sientan cómodos al volver al trabajo o la escuela. Este será un proceso gradual, con algunas personas haciendo de inmediato todo lo que está permitido y otras tomándolo más lentamente. Algunos empleadores tardarán varios meses antes de exigir que los trabajadores regresen”.
-La pandemia y la Segunda Guerra Mundial. “La Segunda Guerra Mundial fue el momento decisivo de la generación de mis padres. Del mismo modo, la pandemia de coronavirus, la primera en un siglo, definirá esta era. Pero hay una gran diferencia entre una guerra mundial y una pandemia: toda la humanidad puede trabajar unida para aprender sobre la enfermedad y desarrollar la capacidad de combatirla. Con las herramientas adecuadas en la mano y una implementación inteligente, eventualmente podremos declarar el fin de esta pandemia y centrar nuestra atención en cómo prevenir y contener la próxima”.
Hágase el silencio. Por favor.
Cuando salgamos de casa. Una de las visitas obligadas en esas vacaciones asturianas que nos esperan a todos podría hacerse a los conocidos como Jardines de Panrico, en Luarca. Una absoluta maravilla que uno puede descubrir en una vista guiada de la mano de José Manuel, un avilesino que tiene el privilegio de vivir en un espacio sorprendente, encima del Cantábrico. Algo único. (Fotografía: José María Urbano).
Ánimo.
Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa