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José María Urbano

Diario de un confinamiento

Un mes, ingenuo de mí

Cuando salgamos a la calle. Sobremesa musical en la Comida en la Calle a cargo del grupo de Fernando Arias en el ‘Moliendo Café’ de Sabugo. (Foto: José María Urbano).

 

Reflexiones desde el #YoMeQuedoEnCasa

Día 30. 

12 de abril 2020

 

Hace un mes exactamente que un virus me iba a cambiar la vida, a mí como al resto del mundo. Hace un mes que inicié este diario personal, recalco, personal, cuyo único objetivo era y sigue siendo “compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible”. (Dia 1 del Diario de un confinamiento).

Y aquí estoy, confinado, y sintiéndome un privilegiado porque nadie de mi familia, ni de mis amigos, ni de mis allegados han sufrido directamente los efectos de esta pandemia. Sé, además, que gente cercana a mí como Nuria Ventureira, del Merlot, o Fernando Beltrán han superado felizmente la enfermedad. Qué inmensa alegría.

A la vez, apenado por todas las personas que han fallecido, por sus familias, por los millones de seres humanos que están viviendo en primera persona los efectos de este virus en todo el planeta. Nunca como ahora me he sentido más ciudadano del mundo. (¡Me importan un bledo las banderas y las banderías, como siempre, pero ahora más reafirmado que nunca!).

Apenado por una pandemia mundial que sigue cobrándose víctimas cada día, mientras la solución en forma de vacuna nos la fían a una distancia de unos 18 meses. Todos los políticos de este planeta tendrían que dar cuenta de su estulticia por haber desoído el mensaje de los científicos –esos a los que ahora ponen como escudo en su toma de decisiones, casi siempre tardía y en muchas ocasiones desenfocada– y de personalidades que viven pendientes de las cosas realmente importantes, como Bill Gates, por no haberles hecho caso cuando describieron a la perfección lo que nos podía pasar. Y su aviso no sirvió de nada. Hoy lo pagamos.

Y, finalmente, una confesión personal. Sigo siendo un ingenuo. Dije el primer o segundo día de este diario que con el 99 por ciento de los ciudadanos de este país se podía ir al fin del mundo. Un mes después ese índice ha bajado de forma dramática. Nunca pensé, nunca, que este país nuestro iba a repetir la misma historia que nos ha acompañado en los últimos años: ver cómo los políticos y algunos medios de comunicación se iban a tirar los muertos a la cara.

No voy a caer en la trampa. (Sólo voy a hacer una excepción con el líder de Vox, ese individuo que mide a las personas según tengan papeles o no, ese sujeto que en su caída a la ciénaga es capaz de manipular -su partido- una fotografía de la Gran Vía de Madrid vacía para llenarla de ataúdes, valiéndose de una imagen dramática sacada con motivo de un desastre de inmigrantes muertos en el naufragio de Lampedusa de 2013, en el que hubo más de 360 muertos y un sinnúmero de desaparecidos. Esas personas a las que él niega la asistencia sanitaria en España, “salvo que tengan papeles”. Un desprecio que hoy voy a hacer extensible a ese periodista de trayectoria infame de nombre Herman Tertsch, ahora atechado en el Parlamento Europeo con la insignia de Vox, que en las últimas horas ha subido a redes sociales otra fotografía con ataúdes delante de la sede del PSOE de Madrid , con este texto: “Así debería amanecer Ferraz”).

Por lo demás, siento tristeza de que en este país -mejor, en este mundo, porque la historia se repite en todas partes, en Estados Unidos, en Francia, en Holanda, en Alemania-, tengamos que asistir a dos guerras: una contra el virus y la otra contra la guerra política.

No, no voy a caer en esa guerra. Todos somos mayores de edad, y allá cada cual con el grado que tenga de sentido crítico de las cosas, de madurez, de inteligencia, de solidaridad con el mundo en general, para no crear más división, mas histeria, más crispación. (Los que más gritan, los que más insultan en redes sociales, los que más piden ‘salir ya a la calle’ son los que proclaman que no hay libertad de expresión y que ‘alguien’ intenta taparles la boca. El mundo al revés).

Así que empiezo la segunda etapa, primer día del segundo mes de confinamiento como lo empecé: leyendo, aprendiendo de los que saben, mostrando mi ignorancia médica y científica como para atreverme a opinar, disfrutando de mi larga lista de amigos que me animan, que me envían vídeos, fotos, enlaces interesantes y cariño. Y trato de corresponderles personalmente y también a través de este diario por si suscita un recuerdo, una sonrisa o una palabra de consuelo. Y ya me doy por satisfecho.

Como en el diario de ayer vi que la inserción de una fotografía, en este caso el de un viaje a La Habana y una recepción con Fidel Castro en el Palacio de la Revolución, originó numerosas reacciones positivas, a partir de hoy publicaré una fotografía diaria, bajo el título genérico de ‘Cuando salgamos a la calle’, en la que trataré de mostrar alguna imagen, principalmente de nuestro entorno regional, que seguramente nos invitará a reflexionar sobre ese paraíso en el que tenemos la fortuna de vivir.

Termino con Bill Gates y con una reflexión que ayer hacía en las páginas de ‘El país’, apelando al esfuerzo común del planeta para trabajar juntos ante esta pandemia y ante otras que asolan a los países, continentes incluso, menos preparados. Y concluía así:  “Al fin y al cabo, a los seres humanos no nos unen solo unos valores y unos lazos sociales comunes. También estamos conectados biológicamente por una red de gérmenes microscópicos que vinculan la salud de una persona a la de todas las demás. En esta pandemia, todos estamos conectados. Nuestra respuesta también debe estarlo”.

Y cierro con un vídeo precioso que me envía Manuel Fanjul desde Langreo, con una versión original del ‘Compromiso’ que inmortalizaría Antonio Machín.

La fotografía de hoy corresponde a la Comida en la Calle que mañana lunes, Lunes de Pascua, debería celebrarse en Avilés, una de las fiestas más originales de este país y una cita en esta región a la que acudimos miles de personas. Este año no va a poder ser, pero la dejamos apuntada. Y no faltaremos.

 

Ánimo.

Esto lo vamos a sacar adelante entre todos. #YoMeQuedoEnCasa

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Sobre el autor

José María Urbano, periodista, exjefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico. Jubilado. Este es un blog especial con fecha de caducidad. Nace a modo de diario de un jubilado confinado en casa, como la mayoría, por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, con el único objetivo de compartir alguna reflexión, alguna información y algún enlace que nos ayude a todos a sobrellevar esto de la mejor forma posible. Sin más afán que ese, huyendo a ser posible de la política y de la sobreexcitación informativa. Vamos a intentar pasarlo lo mejor posible. Curiosamente, este blog desaparecerá el mismo día que se decrete el final del confinamiento. Ese día nos iremos todos a la calle a celebrarlo