Atrás queda la ciudad y las autopistas, se adentra usted en la Asturias rural, una tierra maravillosa, llena de naturaleza salvaje, sabores salvajes, fauna salvaje y gente… acogedora. Éste es un mundo diferente y conviene que sea consciente de ello. Estos pequeños consejos de conducción le permitirán recorrerlo sin sorpresas desagradables:

PRIMERO. Aquí empieza la civilización; sea amable, sonría y todo irá mejor.

SEGUNDO. Si ha habido recientemente, hay ahora o se prevén próximamente lluvias intensas, nieve, vientos fuertes o heladas, dé la vuelta, incluso viajando en un 4X4. El mantenimiento de las carreteras de las alas asturianas sólo funciona (medianamente) cuando el tiempo es cálido y seco.

TERCERO. Extreme la precaución al volante. Las curvas peligrosas se suceden unas a otras y las peores son las que no lo parecen. No se fie de las señales al respecto, han sido colocadas de manera aleatoria, atendiendo a razones presupuestarias o electorales que nadie ha podido descifrar hasta la fecha. Los límites de velocidad, en cambio, obedecen a razones morales: intentan minarnos la moral para que nos larguemos. Ignórelas y use su paciencia o su cartera según su disponibilidad de ambas.

CUARTO. En su periplo, a menudo encontrara obstáculos en la calzada, inanimados o animados. Dentro de los primeros, tenemos los externos, como las piedras, ramas, argayos, riachuelos o pistas de hielo. Más abundantes cuando se dan las condiciones del apartado SEGUNDO, son esperables en cualquier circunstancia. También están los internos, clasificados según su profundidad como baches, agujeros, fosos y simas, especialmente peligrosos cuando está llenos de agua y no es posible distinguirlos ni apreciarse su hondura. Entre los obstáculos animados, los humanos (escasos y perseguidos), son generalmente mayores y suelen encontrarse al amanecer; las vacas suelen aparecer al inicio de la mañana y final de la tarde, y los animales salvajes, a la caída del sol. Si mantiene la calma y espera pacientemente a que se aparten, se muestran todos amistosos y confiados. No toque el claxon, en cambio, o se volverán agresivos y hasta violentos.