Cuando estas líneas vean la luz (¡Toma clásico!), habrá habido otras elecciones. En mi deseo de anticipar los resultados, he releído programas y escuchado declaraciones a ver si ofrecían algo diferente de segundo plato, pero otra vez hay sopa de sobras. Lo único nuevo que he detectado son erratas en los panfletos y algunas sin “e” en las listas de candidatos.
También he consultado las innumerables encuestas publicadas, no porque muestren la intención de voto de los ciudadanos, sino porque muestran las intenciones de los partidos de manipular el voto y sirven para conocer sus temores y objetivos. Ahí se ve claramente que, usando el probado sistema del “voto útil”, los acólitos del PP están esforzándose a fondo en su llamada a la concentración de voto contra los “rojos” parar cargarse a Ciudadanos (con bastante ayuda del Sr. Rivera, todo hay que decirlo). El mismo sistema, por cierto, que usan los acólitos del PSOE para intentar desmontar a Podemos; éstos, con la “extrema derecha” como coco.
Además, he escuchado atentamente los comentarios a mi alrededor y he oído a mucha gente de derechas decir que “habría” que votar a Vox y a muchos de izquierdas decir que “deberíamos” mandarlos a freír espárragos y no ir a votar. Como todos sabemos, cuando los españoles usan condicionales como “habría” y “deberíamos” indefectiblemente se refieren a otros, no a ellos, que seguirán votando al PP y al PSOE, como siempre. Los de Ciudadanos están más confusos. Tiene claro que su partido tiene la intención de vender los votos al mejor postor, pero no saben si compartirán los beneficios. En Podemos andan divididos entre los que exigen al PSOE matrimonio o nada y los que se conformarían con un pisito y un polvito ocasional. Y los de Vox, por su lado, tiene claro… todo.
Tenemos el GPS estropeado, el chofer está perdido y los pasajeros nos cabreamos cada vez que volvemos a pasar por la misma rotonda. Quizás deberíamos parar un momento, consultar un mapa y buscar con calma una salida.