Sugerencia de Slow Rider, autor del blog “5.000curvas.blogspot.com.es” el cual recomiendo y que para mi ha sido punto gran punto de partida y de apoyo, este pequeño pueblo de Quirós ha sabido engancharme a sus paisajes. En uno de “nuestros intercambios de cromos”, como él los llama, salió a relucir este nombre y el gran gigante Google me llevó hasta el que será el verdadero protagonista de este relato: Esteban. No podía dejarle escapar y me acerqué con “Trailera” a conocerle.
Un Jueves del mes de Mayo y, tras una mañana ajetreada yendo de recado en recado atrasado que quería poner al día, la tarde me la dedicaría a mí. A mi afición, a mi Asturias, mis vecinos y mi moto.
En las inmediaciones del Embalse de Valdemurio, la QU-7, siempre en continuo ascenso será la que me lleve hasta Tene. Pero como es sabida mi afición de “parar” y no sólo “pasar”, en Aciera, el pueblo anterior, hice un alto en el camino.
De hecho, será a partir de aquí cuando la carretera empeore su estado.
Interrumpo la conversación de dos señores a mi llegada y, seguramente su curiosidad aumenta al verme sacar la cámara de fotos de la maleta. Educadamente les saludo y me dedico a lo mío, a explorar.
Un lugar lleno de coquetos recovecos..
Llenos de color…
Y, pese a que nuestro artesano se encuentra a pocos kilómetros de aquí, en Aciera no han querido quedarse atrás…
Esto es lo que pasa cuando “Trailera” se queda sola…
La carretera aumenta su pendiente y en algún tramo con mucha gravilla aminoro la velocidad. En Tene, la impronta y buena educación de Esteban nos reciben nada más llegar al pueblo.
Si ya desde Aciera podía disfrutar de unas vistas estupendas, en Tene se abre una extraordinaria ventana natural al paraíso.
Ladridos que me dan la bienvenida y unas cuestas no aptas para los poco amantes de las caminatas.
Aunque en ocasiones ayude el llevar el calzado adecuado…
El silencio me deja escuchar la música del trinar de algún pajarito mientras sigo descubriendo estos tesoros de Quirós.
El cielo encapotado me desafía a irme pero la curiosidad de conocer a Esteban me puede. Su casa es la primera a la derecha que nos encontramos al llegar al pueblo. “Nun tien pérdida”, me dijeron. Y así fue. ¿Su taller?. No podía ser un lugar mejor: un hórreo. Y es que con estas impresionantes vistas cualquiera desearía tener esta oficina.
Dice que “valora mucho el que una persona se desplace hasta allí para conocerle y que nunca tendrá inconveniente en enseñar su trabajo a quien lo quiera ver”. Orgulloso, posa junto al título de Escanda de Oro que le otorgaron en el año 2.003.
Se define a sí mismo como un “artesano tosco” y le encantaría saber dibujar bien pero dice que “no se le dá”. Nunca trabajó profesionalmente de la talla de la madera(pese a que lleva haciéndolo desde que era un niño) sino que fue pastor. Y con voz baja me enseña algunas de sus obras en su taller-hórreo. Estas pipas son algunos de sus últimos trabajos.
Aunque ésta precisamente tiene unos 40 años y el pastor representado era un señor muy conocido en el pueblo.
Un trabajo realizado con mucho esmero y en el que emplea, sobre todo, la madera de castaño que es la que más abunda( aparte la de fresno,..).
“Para que todos tus platos tengan un sabor muy rico, su mejor ingrediente es tener apetito” podemos leer en algunas de las inscripciones. Ciertamente lo es.
Y desde luego, lo que más llama la atención en este taller, son sus tres libros que posan sobre tres mesas( tambien talladas por él) porque dice que “así lucen más”. Está “el libro de los cuatro renglones” donde se puede leer la inscripción”trátame siempre con cariño este pequeño librito, aunque soy pobre de letras, en arte soy muy rico”.
El “libro mariposa”, precisamente por la forma que tiene.
Y el de mayores dimensiones, el “librito del pastor”.
Este libro relata un sueño que tuvo Esteban en el cual se encontraba en un bosque perdido entre la maleza y lo pasaba muy mal. Tuvo la visión de su pueblo e hizo la promesa de que si llegaba hasta él, haría un cuadro en el cual aparecería esa visión “salvadora”. Y así fue. Un enorme cuadro de 140 kilos que donó al Museo Etnográfico de Quirós en La Fábrica y que se apoya sobre una mesa de 184 kilos. Un cuadro cuyos beneficios, tras su venta, irán a parar a la Fundación de Síndrome de Down. Es su obra colosal y como “in situ” no pude verla me enseñó su imagen en un calendario que guarda celosamente.
No admite encargos en cuanto a modelos porque para él la mejor artista es la Naturaleza que dibuja formas caprichosas y es la que realmente diseña sus obras y me que comenta que “él solo le da unos retoques”. Por eso no hay dos obras iguales en su pequeño museo.
Graciosamente al ver que no paro de sacar fotografías y que quiero sacarme una junto a él, me pregunta muy serio: “¿Y eso se puede?. ¿Quién nos la saca?”. “No hay problema. Nose preocupe que se puede, ya lo verá”, le contesto. Y aquí está el resultado…
Una foto que me pide que le entregue en persona para poder tenerla porque no tiene acceso a internet y no podrá verla. Será la excusa perfecta para poder visitarle de nuevo. En realidad, podría adjudicar muchos adjetivos a este hombre que quería invitarme a tomar una sidrina al marchar(la cual tuve que rechazar por motivos obvios) pero desde luego que “tosco” no entraría dentro de ellos y, con un apretón de manos me despido de mi visita de esta semana que ya ha pasado a formar parte de mis experiencias moteras. Ni siquiera la pingadura que me tocó a la vuelta logró amargar una tarde como esta.
Espero que os haya gustado.V´SSSSS.
Enlaces de interés: www.soniabarbosa.