En el, siempre sorprendente, concejo de Illas, el pueblo de La Peral nos recibe rodeado de un impactante entorno en el que, en pleno otoño, los verdes, ocres y marrones son los protagonistas. Ubicado en las inmediaciones de una carretera muy frecuentada por motoristas, aquél día apenas me crucé con ninguno y no era para extrañar. Los fuertes vientos azotaban la tierrina desde primeras horas de la mañana y, a lo largo del día, su fuerza iba incrementándose por momentos. Uno de nuestros principales enemigos se hallaba en pleno apogeo y no era plato de buen gusto rodar siendo golpeado por continuas y peligrosas ráfagas que parecían ir en búsqueda de alguna víctima y, para nada, quería ser yo.
La razón principal de mi “escapada” fue el llevar a “Trailera” hasta Neumáticos Motoval Oviedo en donde, como siempre con mucha profesionalidad, la calzaron adecuadamente para que podamos seguir haciendo kilómetros de una forma más segura. Desde la vuelta de mi viaje hasta Alaska, el cual inicié en Los Ángeles(California), aún no había cambiado los neumáticos y aquellas estropeadas carreteras y, por supuesto, todo el camino recorrido, deformaron aquellas ruedas hasta puntos insospechados.
La Peral fue el destino escogido para ir a probarlas y hasta allí me desplacé con extrema precaución y alzando la vista hacia un cielo negruzco que cubría, poco a poco, el cielo asturiano.
Ya a la entrada del pueblo se presagia la magia que lo rodea…
Y es imposible no pararse a contemplar la belleza de la que nos rodeamos,. Pronto sale un pequeño amigo a recibirme,… Y yo a él…
Muy próximo, el silencio es interrumpido por el manar del agua de un lavadero situado junto a la carretera.
En La Peral, no hay cabida para el aburrimiento e, incluso, encontramos la pequeña ruta hasta la Ermita de Sargos.
Y, sobre los tejados de las casas y bien visible, podemos contemplar la iglesia de San Jorge,…
No podemos olvidarnos de mencionar el famoso queso de esta zona que lleva el mismo nombre y que, sin duda, será la delicia de muchos paladares, entre los que me incluyo.
Un pequeño paseo nos lleva a apreciar la gran cantidad de ejemplos de arquitectura tradicional muy bien conservados, algunos de los cuales presentan el llamado “estilo carreño”.
¿Viento?. ¿Qué viento?. Se me olvida su presencia y me centro en mi destino de hoy. Explorándolo como siempre hago, ..Con muchísimo amor a nuestra tierrina y de una de las maneras que más me llena hacerlo: sobre mi moto.
Espero que os haya gustado. V´SSSS.