Los verdes de las praderías asturianas se intensifican con las lluvias que apenas han dado una tregua estos últimos días. Muchas carreteras secundarias se convierten en auténticas trampas para los moteros que quieran rodar por ellas debido a la gran cantidad de ramas, barro y hojas que uno se encuentra en su camino. Pudiendo llegar hasta el destino de hoy, ubicado en el concejo de Llanera, por varios accesos, Ferroñes encierra un gran valor paisajístico que podemos apreciar en el entorno que le rodea, en los hórreos que nos encontraremos en nuestro pequeño paseo y, desde luego, en sus gentes.
Primera hora de la tarde y, aunque a estas alturas del año, en pleno mes de febrero, los días ya comienzan a ser más largos, cierta oscuridad se cernía sobre el cielo debido al aumento del número de acechantes nubarrones.
Sin embargo, en Ferroñes, cualquier rincón brillaba por todo lo que representa. Un paseo nos puede enseñar algunos ejemplos de arquitectura tradicional…
Algunos de ellos harán que nos detengamos más tiempo de lo esperado por la gran belleza de sus formas,…
Algún que otro amigo peludo hice en la ruta…
El silencio triunfaba en un lugar en el que, desde alguna de las ventanas de una casa, alguien se asomaba a curiosear qué es lo que estaba sucediendo… Y a mi alrededor, el paraíso asturiano, en ese momento iluminado por los rayos del sol, me dejaba boquiabierta una vez más.
Muy próximo …
Y, por supuesto, no podemos irnos sin una visita hasta la iglesia de Santa Eulalia de Ferroñes, desde la cual gozaremos de unas vistas impresionantes.
Una visita hasta Ferroñes, en un concejo bastante desconocido para mucha gente, entre quienes me incluyo. Tenemos tanto y tan bueno tan cerca que, a veces, nos olvidamos de apreciarlo. Asturias no cansa, sino que enamora y engancha. Asturias es única, inimitable. Verdes, marrones, grises, azules,… ¡Qué afortunados somos!. Deseando salir a explorar el siguiente destino de nuestro paraíso…
Espero que os haya gustado. V´SSSS.