Una ruta sin destino me llevó hasta un recóndito lugar del siempre fascinante concejo de Aller. Rodeado de montañas y con un trazado dibujado por el recorrido del río del mismo nombre, este coqueto pueblo me recibió en un día en el que las nubes, pese a las elevadas temperaturas para esta época, cubrían un cielo encapotado de diversas tonalidades grisáceas.
No son pocas las ocasiones en las que me he subido a mi “Trailera” sin saber muy bien a dónde llegaría. Con rumbo a todos y ningún sitio a la vez, llegué hasta esta joya allerana conocida como La Paraya.
Después de una intensa semana laboral en la que los agobiantes turnos de tarde potenciaron aún más mis intensas ganas de salir a explorar, ese sábado había amanecido sin lluvias. Por delante, un fin de semana de inestabilidad meteorológica y cierta incertidumbre sobre cuál sería el protagonista de mi próximo relato. Poco a poco, me veía de nuevo subiendo un Puerto de Pajares infestado de coches en los que las familias, amigos,..viajaban ávidos de una tarde en la nieve. Y, al parecer, todos la encontramos.
Los termómetros cayeron en picado y, con ellos, mis congeladas manos y mi cuerpo comenzaron a tiritar. De los casi 13 grados cerca de Campomanes me vi ruteando bajo una fina lluvia que acompañaba a los 1,5 grados que registraba Pola de Gordón. Poco tardé en dar media vuelta y, huyendo del frío, de nuevo y cerca de Moreda,la temperatura ascendió hasta unos suaves 15 grados . La AS-253 se convirtió en un hervidero de venires(que no de “ires”)de vehículos procedentes del Puerto de San Isidro. En Collanzo, el desvío hacia la AE-6 me descubrió la esencia de un concejo en el que la Naturaleza cobra gran protagonismo.
Una carretera con amplios miradores al paraíso,..
En la que algunos tienen claro que no necesitan calzado para subir al séptimo cielo,..
De trazado angosto pero con un asfalto en óptimas condiciones, mi visita culminaría con la visita a una de las personas más especiales que conozco y que, precisamente, conocí a través de este blog, Finita.
No tardé en llegar a La Paraya. Allí, el único sonido era el del río , por cierto bastante caudaloso, que confería la nota musical a un espacio vacío.
Dicen que las normas están para saltárselas, así que hagamos caso omiso y pasemos igualmente,…
Algunas ventanas permanecen cerradas,…
En otras, curiosamente, se asoman “personajes de papel”,…
Y para que conste que “yo estuve allí”,…
Muy próximo,….LLananzanes,…
Pero con esta subida,….mejor lo dejamos para otro día,….
Ejemplos de arquitectura tradicional que quise llevarme de recuerdo,…
Termómetros que, literalmente, han caído en picado,..
Y el latente orgullo de ser de la tierrina,…
Mejor no sentarse y seguir explorando,…
En esta ocasión hasta un lugar mágico al que llevaba tiempo sin ir: las Foces del Río Aller,…
Al parecer, algunos moteros decidieron el mismo destino,…
Miro el reloj,… Ya he hecho esperar mucho a alguien que lleva preocupándose por mí todo el día,… Pero así soy yo.. Así de impredecible.
Hacia Murias, en la parroquia de Nembra, Finita aguardaba mi llegada.
Un corto paseo hasta La Enfistiella y una estupenda manera de rematar el día: tortos con huevo y picadillo,..
Siempre nos ha acogido a “Trailera” y a mí de la mejor manera posible.. Y nos ha hecho sentir ,..como en nuestra casa,…