Van pasando los años y, poco a poco, a pesar de que mi entrada en el mundo de la moto es bastante tardía, ya son diez los que llevo explorando el paraíso y viajando todo lo que mi trabajo, mi tiempo, mi salud y mi dinero me han permitido. Una de las preguntas a las que he tenido que hacer frente con más frecuencia es precisamente esta:¿por qué viajas sola?. Y, aunque pueda parecer extraño, una debilidad en mis principios fue la que, posteriormente, me hizo más fuerte o, por lo menos, la que no me hizo pensar tanto en los aspectos negativos que me encontraría al hacerlo(que los hay y muchos).
Son precisamente tres los motivos que me llevaron a viajar de esta forma y, sin seguir un orden de preferencia, os los enumero a continuación. El primero de ellos, la vergüenza. Cada vez que tenía que bajarme de la moto para maniobrar porque no llegaba bien con los pies al suelo(y sé que mucha gente se identificará con esta situación) mi cara se ponía roja como un tomate Me temblaban las manos por el nerviosismo y siempre estaba más pendiente de quién me podía estar mirando que de lo que yo estaba haciendo. Afortunadamente, fui evolucionando y este tema está más que zanjado. No porque no tenga vergüenza, que no la tengo en casi nada, sino más bien por el “qué dirán si..”. Dejé de ir a muchos sitios por esa sensación agridulce que me generaba ese sentimiento humano, de perderme muchos momentos(seguramente buenos) y me di cuenta de que era yo la que lo generaba y que no tenía motivo alguno para sentirme así. La segunda razón se basa en temas laborales y es que, por mi trabajo, mis periodos de descanso suelen darse entre semana y no los fines que es cuando las carreteras se llenan de moteros. Después de tardar casi un mes en sacar sola la moto del garage, decidí un buen día que ya no volvería a esperar por nadie para disfrutarla. Y así ha sido.
Y el tercer motivo es que , cuando viajo sola, hago realmente lo que quiero. La decisión de parar, o no, para sacar una fotografía, la tomo yo. Rodar 300 kilómetros al día o 1000 lo decido yo. Me he acostumbrado tanto a esa libertad que, a estas alturas, ya no sé si podría renunciar a ella. Viajar en solitario no es mejor ni peor, simplemente es diferente y, personalmente, recomiendo hacer algún viaje de este tipo alguna vez porque las sensaciones se intensifican hasta límites insospechados. Muchos moteros llevan viajando solos desde hace muchos años pero ahora “nos enseñamos más”(redes sociales,…).
Y, ante esto, la otra pregunta que me hacéis es:¿No te gustaría viajar con alguien?. Admito que he sentido curiosidad de imaginar cómo sería esa situación pero, una cosa es lo que me gustaría y, otra, en lo que podría llegar a convertirse un viaje con una persona que nunca ha viajado con otra. Quizás una pesadilla,..O quizás no,… Dejemos que sea el tiempo el que decida y, hasta que eso suceda, seguiré viajando a mi manera: en solitario y libre.