Abril está llegando a su fin y, aprovechando un breve descanso laboral y que el sol ha vuelto a salir de nuevo, decidí en esta ocasión acercarme hasta un lugar por el que había pasado en varias ocasiones pero en el que aún no había hecho un alto. A escasos 10 kilómetros de Oviedo, la capital asturiana, se esconde esta puerta de entrada a otro paraíso: Argame.
Tengo por costumbre viajar “sin planes” muchas veces y sin avisar. En esta ocasión también le supondría algo de sorpresa a mi compañero de ruta de ese día, Carlos. El Caleyo fue nuestro punto de encuentro y de ahí a nuestro destino nos separaban poquitos kilómetros. En un entorno más que apetecible no solo para la vista, sino para todos los sentidos, esta pequeña joya del concejo de Morcín esconde rincones tan fascinantes como este,…
Entre diminutos ladridos fuimos recibidos,…
Y entre grandes y atentas miradas perseguidos,…
Curiosidades que nos encontramos al bajarnos de la moto,…
Y detalles que nos perderíamos si no lo hiciéramos,…
Seguimos recorriendo el pueblo,…
Y descubriendo nuevos rincones,…
Y más detalles,…
El entorno es impresionante. Una imagen vale más que mil palabras,…
No podía faltar una parada en la iglesia de San Miguel,…
Continuamos ruta hacia el Embalse de los Alfilorios desde el cual la Sierra del Aramo ofrece unas vistas imponentes.
Pedroveya, ya en Quirós, será nuestro siguiente destino. Allí, “Trailera” y su compañera disfrutaron del silencio y el paisaje al igual que lo hicimos nosotros..
Y salimos al Valle del Trubia por el Alto del Tenebreo para despedirnos cerca de Las Caldas. Carlos hacia su casa y yo hacia la Librería Cervantes para entregar más ejemplares de mi libro “Alaska, en moto hasta la Última Frontera”.
Precisamente de recomendaciones terminaré hablando y es que fue en Oviedo donde tuve la posibilidad de asistir a la cata de carnes del mundo que organizó uno de los hosteleros más activos que conozco, Juanjo Cima, propietario de Vinoteo y Las Tablas del Campillín. Con él me puso en contacto Noelia Solla, cuyo blog gastronómico “Las Recetas de Noe” recomiendo y con todo esto y la presencia de Bodegas Fariña, la velada, desde luego no pudo ser de lo más amena.
Sin duda, este podría ser un buen final de ruta para rematar la visita hasta un lugar que, desde luego, merecía un alto en el camino. Espero que os haya gustado. V´SSS.