Una tarde cualquiera de un mes cualquiera. Quizás es ya lo que menos importe. Un desconocido lugar del concejo de Belmonte de Miranda y la compañía incondicional de Carlos quien, durante varias rutas desde hace ya años, ha querido acompañarme en esta nueva ocasión. Bajarse de la moto nos regala muchas sorpresas y, hasta que eso sucede, sobre ella, disfrutamos de los paisajes de nuestro paraíso abrazando la belleza que nos regalan sus pueblos de los cuales no todos gozan de tener un nombre que alcance la mayoría de nuestros oídos. Vigaña se esconde en un paraje asombroso en el cual el silencio se convierte en la única melodía. Descubramos sus rincones sobre “Trailera”…..Estoy convencida de que os enamorará…
Tengo que admitir que una de las rutas que más me ha sorprendido explorando el paraíso ha sido la conocida como “ruta de la escanda” y, con ella, comenzamos aquél día nuestro viaje hasta Belmonte.
Se puede decir más alto pero no más claro y es que era imposible no hacer varias paradas durante el camino para fotografiar el entorno…
Y, por supuesto, desde todos lo ángulos posibles para no perder detalle alguno..
No tardamos en llegar a Vigaña, pequeño pueblo ubicado a 6 kilómetros de Belmonte, capital del concejo. El sol lucía de lleno y la agradable temperatura invitaba a recorrer cada rincón de esta pequeña joya asturiana donde abundan los ejemplos de arquitectura tradicional.
Y si echamos la mirada atrás…
A modo de un auténtico mirador natural, Vigaña no necesita ningún tipo de barandilla para asomarnos al paraíso. Las vistas desde aquí son, sencillamente, impresionantes.
Fue imposible llegar sigilosamente a los dominios de este lugar. Sin contar con ello, nos estaban esperando ya en la entrada,..Desde luego, sus habitantes están bien protegidos,.
Pero …¡si solo venimos a conocer vuestras casa!!..¿Por qué protestáis tanto?… Menos mal que no todos eran tan escandalosos,...
Otros, sin embargo, prefirieron mantenerse al margen de todo,...
Eso sí, allí, junto a la iglesia de San Pedro, en un abrir y cerrar de ojos, parecía que se había organizado una reunión de “peludines” y nadie nos había invitado..
Así que, sin más demora, y ya sobre nuestras motos y después de haber explorado(rodeados de bastante compañía por cierto) Vigaña, salimos rumbo a casa con esa sensación de haber disfrutado de una tarde cualquiera, de un día cualquiera, de un coqueto rincón asturiano con un broche final de lujo que esconde la GR-4, el Molín de la Peña, a pie de carretera y en el cual se rodaron varias escenas de la película “Bajo el cielo de Asturias”(1950).
Espero que os haya gustado..V´SSS.