Las altas temperaturas de los últimos días tras las intensas lluvias animaban a cualquier motero a salir a la carretera. Mi compañera de rutas, mi “Trailera”, aguardaba impaciente en el garage después de varios días sin pisar el asfalto. Era un lunes de puente. De esos días en los que salir a rodar a primera hora de la mañana parece enseñarnos que el tiempo se ha detenido, de nuevo. Un bello concejo, Proaza, y un pequeño pueblo que, a orillas de la AS-229, se convierte en testigo mudo de un ir y venir de gentes que apenas se percatan de su existencia: Caranga Riba.
Si hay algo realmente positivo que me ha aportado el ir “explorando nuestro paraíso” es la gran cantidad de gente que he ido conociendo gracias a ello. En este caso, apenas me había bajado de la moto, cuando tuve una visita inesperada..
Y, pocos minutos después, conocí a Maxi, su dueño…
Una persona que aúna sencillez y simpatía y, desde que hace siete años decidió cambiar el asfalto y el estrés de Lugones por la tranquilidad de este pueblo por el que, muchos pasan y pocos se quedan, Maxi se siente más feliz. Una envidiable decisión, sin lugar a dudas. A él le pregunté acerca de algún lugar emblemático que poder visitar y, siempre con una sonrisa en la cara, este chico y yo, comenzamos así una extensa conversación en la cual me comentaba los porqués de una decisión que mucha gente no se atrevería a tomar. Pocos minutos después, respondí a su tremenda hospitalidad y, en el calor de su acogedora casa y, con algo calentito en el estómago, hablamos de viajes y, por supuesto, de su pueblo.
No sin dejar de lado a mi compañera de rutas, la cual aguardaba en el exterior,..
El día va avanzando y Maxi y su peludo amigo, Cuco, deciden hacerme de guías en mi paseo por Caranga,..
Huele a leña quemada..El frío se acerca y los vecinos se preparan para el invierno,..
Las aguas del río Trubia acompañan nuestras palabras … No parece escucharse nada más y es que, de fondo, el silencio, queda anulado con su música.
El entorno es, sencillamente, idílico,...
Todo un lujo el ir acompañada de los lugareños,…Hoy he tenido mucha suerte de haberme encontrado con ellos..
Incluso con los que no hicieron mucho por conocerme,..
Dejamos atrás una parte del pueblo,..
Para acercarnos hasta el puente en el cual se inicia una pista que nos llevaría hasta Mengollo, un pueblo actualmente deshabitado y del cual me comentó Maxi que estuvieron haciendo un reportaje los de Cuarto Milenio puesto que, inexplicablemente, en 1854 murieron todos sus habitantes.
Lo cierto es que nos gusta la aventura,…
Aunque a Cuco no tanto,..
Maxi quiso enseñarme una casa típica asturiana en la cual, aún hoy, se cuece el pan.
En sus días, debió ser una casa preciosa,..
Muy próximo, otro elemento de arquitectura tradicional asturiana. Y es que si uno no se baja de la moto se deja muchas cosas que ver en el tintero…
Nos acercamos de nuevo a nuestro punto de inicio y, por el camino, a pie de carretera, su iglesia.
Alguno parece estar cansado y sediento a la vez,.. Toca reponer fuerzas.
Este ha sido un pequeño paseo en la inmejorable compañía de Maxi y su amigo Cuco. Y es que, nadie mejor que las gentes de los pueblos para acercarnos un poco más de los lugares en los que viven. A ellos les doy las gracias por esa mañana inolvidable de un día en el que pude comprobar que, una vez más, nuestro paraíso asturiano está repleto de tesoros esperando a ser descubiertos. Y para ello, una servidora y su inseparable “Trailera”, seguirán recorriendo todo lo que puedan, sus impresionantes carreteras, admirando sus increíbles paisajes y disfrutando de sus gentes porque Asturias, solo hay una. ¡Descubrámosla juntos!.