En esta ocasión nos vamos hasta el Parque Natural de Redes. Aproximadamente a unos 12 kilómetros de la capital del concejo de Caso, es decir, de Campo de Caso, se encuentra este pequeño rincón paradisíaco en el que nuestra vista encontrará un enorme placer para deleitarse con verdes inimitables, montañas zig-zagueantes y praderías que visten el paisaje a modo de suaves alfombras en las que nuestros pies podrán recorrer kilómetros de rutas senderistas como las que salen hacia el Picu Visu La Grande, lago Ubales por la Canalina,etc..
Una vez más, llegaremos hasta nuestro destino en moto y, una vez allí, nos bajaremos de ella para acariciar la belleza de un pueblo ubicado en una ladera con vistas al paraíso asturiano: La Felguerina.
Era una mañana soleada de principios de año(algo no muy usual por lo cual más razón había aún para aprovecharla). De hecho, las temperaturas llegaron a los 20 grados e, incluso la ropa de la moto, estorbaba en algunos momentos del paseo. Los Embalses de Rioseco y Tanes, ese día no llevaban mucha agua. A la vera de este último, una visita obligada sería la de Quesos Artesanos La Corte y la Iglesia de Santa María La Real.
El Corredor del Nalón rebosa tráfico de vehículos hasta que, en el pueblo de Coballes tomé el desvío hacia nuestro destino de hoy . Desde aquí, unos 7 kilómetros traducidos en aproximadamente 15 minutos se convertirán en todo un espectáculo de esta zona rica en paisajes típicos de Redes.
El sonido de “Maya” es lo único que altera la tranquilidad que se respira en el ambiente. Una vez estacionada a la entrada del pueblo, inicié el paseo por este rincón casín en el que todo, aunque esté en diminutivo, es de proporciones gigantescas.
El invierno, aunque no lo parezca, sigue latente y hay que aprovisionarse de leña para dar de comer a las hambrientas chimeneas que, ese día, estaban encendidas.
El pequeño paseo por el pueblo me llevó a descubrir rincones como éste.
Los ejemplos de arquitectura popular están muy bien conservados.
El bar del pueblo permanecía cerrado.
El hambre aprieta y es hora de buscar un comedor que, como no podía ser de otra forma, sería con vistas.
Estaba claro que el calor no invitaba a levantarse.
Con sigilo para no despertarles, recogí mis cosas, arranqué a “Maya” y me despedí de otro rincón de Asturias. Y es que si hay algo de lo que podemos presumir aquí, es que a cualquier lugar que vayamos, tendremos siempre el paraíso bajo nuestros pies.
Espero que os haya gustado.V´SSS.