A unos 25 kilómetros de Gijón en dirección a Villaviciosa, en la AS-256, cerca de Bedriñana nos encontramos con el rincón de esta semana. Un claro ejemplo de que aún nos queda mucho por descubrir de esta Asturias que tanto nos enamora. La primavera florecía en todo su esplendor e invitaba a la búsqueda de paraísos refrescantes. Con mi compañero de rutas de hoy, Carlos, al que seguramente conoceréis de otras ocasiones, nos dirigiremos hasta la cascada de Llames para fotografiarla en todo su apogeo.
Estacionamos nuestras motos junto a la carretera general donde a pocos metros descenderemos por este empinado camino .
A pocos metros ya encontramos la señalización adecuada que nos indica que estamos en el camino adecuado.
Toca caminar un poco, pero a tan solo unos 5 minutos del emergente tráfico de la AS-256 ya podremos escuchar el manar del agua de este sitio que nos ha sorprendido por su fácil acceso.
Pese al arbolado, el calor era intenso. No fue mala idea despojarse de algo de ropa.
Y después de usar el lugar como nuestro comedor, nada mejor que disfrutar de este rincón escondido para muchos.
Sin duda, un lugar mágico en el que el agua cobra protagonismo.
Tal caída se forma por la desembocadura en la Ría de Villaviciosa del rio Llames que, poco antes de llegar a su final, en una fractura del terreno forma este pequeño espectáculo.
Sin duda, un húmedo y refrescante destino para fechas calurosas y es que en Asturias somos muy afortunados por poseer bellezas paisajísticas tan cercanas.