Existen en Asturias lugares en los que no hace falta construir una barandilla para asomarnos a la espectacular belleza del paraíso. Rincones en los que nuestras miradas se pierden sobre la inmensidad de las montañas avistando un infinito mar de razones que harán que cualquier persona que venga a descubrir la “tierrina” quede prendado de su atractivo.
Esta semana nuestro destino se encuentra en el desconocido concejo de Illano y a tan solo unos 32 kilómetros de la población de Navia. Hasta Boal, elegido Pueblo Ejemplar en el año 2014 e integrado dentro de la llamada Ruta Motera de los Pueblos Ejemplares enmarcada en el ámbito de la Fundación del Parque Histórico del Navia, el asfalto de la AS-12 se encuentra en buen estado y sus curvas se convertirán en el deleite de muchas de nuestras monturas.
Por el camino, siempre podremos disfrutar de la visita al castro de Coaña, a la casa de la Apicultura o realizar una pequeña parada en el mirador del Castro de Pendia.
Apenas tráfico rodado en la carretera y el sonido de “Trailera” inunda un ambiente tranquilo convirtiéndolo en algunas ocasiones en el único vehículo en la carretera.
No tarda en aparecer el Embalse de Doiras arropado por una idílica estampa que parece estar sacada de un cuento en la que los verdes, únicos en esta zona de Asturias, la del occidente, cobran tal protagonismo que parecen irreales.
Se inician aquí los 5 kilómetros de la BO-3 que nos llevarán casi en su totalidad hasta nuestro mirador. Además, en una cerrada curva de izquierdas tenemos un cartel indicador de otras poblaciones a las que podríamos acceder si continuásemos el mismo camino tales como Herias, Sarzol, Silvón o Tamagordas.
Rodaremos siempre acompañados del agua a nuestra derecha.
Y, sobre ella, yacen las verdes montañas en las que hoy, el sol, luce radiante entre tímidas nubes grisáceas.
Continuamos el ascenso.
“Trailera”, hasta aquí puedes llegar. Ahora toca bajarse de la moto y alcanzar nuestro ansiado destino.
Comienza el paseo de unos 450 metros aproximadamente en descenso…
Las vistas, desde luego, son impresionantes.
Y yo creyendo que estaba sola…
Desde aquí ya puede verse nuestro objetivo.
El aire azota estrepitosamente el lugar pero el mirador de Tiracais, que es así como se llama este rincón, no pierde un ápice de su belleza.
Parece ser que fue en pleno confinamiento, en el 2020 cuando un vecino de Llombatín, Daniel Álvarez, decidió construir este banco para ocupar su tiempo libre. Lo que nunca imaginó es que suscitaría tanta atención entre la gente. Y, a día de hoy, cientos de personas(entre quienes, desde ahora, me incluyo) ya han pasado a conocerlo.
Al fondo, el rio Navia nos enseña una de sus mejores panorámicas.
Aún habiéndose detenido aquí, el tiempo parece echarse encima y aún queda un largo retorno así que toca ir ascendiendo el camino de vuelta.
Nuevos rincones en mi mente para futuras visitas y muchas ganas de seguir explorando el paraíso acompañada, como no podía ser de otra manera, de mi “Trailera”.